Nueva expedición al ‘Titanic’ revela imágenes de su creciente deterioro

Catorce años tardó la humanidad en apreciar una vez más los restos sumergidos del Titanic. Gracias a un equipo integrado por expertos oceanógrafos y exploradores de todo el mundo, fueron reveladas las primeras imágenes inéditas de la mítica embarcación, que no era visitada desde el año 2004.

Cinco inmersiones fueron necesarias para que la brigada internacional alcanzara el trasatlántico que hace más de un siglo se posó sobre su actual y último lugar de descanso, a 3 mil 821 metros bajo la gélida superficie del Atlántico norte, y a sólo 625 kilómetros al sudeste de la isla canadiense de Terranova —distancia menor a la que hay entre la Ciudad de México y Tuxtla Gutiérrez, como referencia—.

Los resultados arrojados por esta nueva expedición han determinado que, si bien algunas partes del titán de acero se han conservado sorprendentemente bien a pesar de sus 107 años de naufragio, hay otras que han terminado por desintegrarse o simplemente quedar esparcidas en la inmensidad del obscuro y frío fondo oceánico.

La parte más deteriorada de la nave se observa en el estribor de la nave, esto es, en la mitad de la derecha, donde hace más de cien años se ubicaban los camarotes de los oficiales a bordo.

En entrevista posterior al levantamiento del material a casi cuatro kilómetros de profundidad, el historiador y especialista en el RMS Titanic, Parks Stephenson, externó su asombro, con cierto dejo de nostalgia, por algunas de las imágenes que reveló la expedición y narró algunos de los episodios capturados en alta definición.

«La bañera del capitán es una imagen favorita entre los admiradores del Titanic, y eso ya no está», explicó. «Toda la cubierta en ese lado se está derrumbando, lo que se llevó consigo los camarotes. Y ese deterioro continuará avanzando», advirtió; ciertamente, las robustas corrientes del fondo oceánico, la corrosión salina y las bacterias que a lo largo de un siglo han devorado los metales, conducen a su inminente desaparición.

Señaló además que el techo inclinado en la sección de proa, esto es, en la punta delantera de la gigantesca nave, muy probablemente será la siguiente sección en perderse para siempre entre las dunas del Atlántico, hecho que posiblemente dificultará la observación posterior de algunos interiores del barco: «el Titanic está regresando a la naturaleza», agregó.

La expedición que esta semana alcanzó de nuevo el punto exacto del naufragio (coordenadas: 41°43′55″N 49°56′45″O) fue llevada a cabo por el mismo equipo de exploradores que recientemente consiguieron la inmersión más profunda de la historia hasta el fondo de la fosa de las Marianas, ubicado a casi 12 kilómetros de profundidad en el océano Pacífico.

Para las inmersiones al Titanic, que, como es sabido inclusive gracias a la cultura popular, se encuentra fracturado en dos grandes piezas separadas por al menos 600 metros de distancia, fue necesario emplear un sumergible llamado DSV Limiting Factor, de 4.6 metros de largo y 3.7 metros de ancho, fabricado por la empresa estadounidense Triton Submarines.

Stephenson adelantó asimismo que mientras los restos del navío eran capturados por cámaras de última generación, un documental era filmado para la posteridad, al tiempo que una expedición científica aprovechó para estudiar algunas de las criaturas que, a pesar de las temperaturas bajo cero, la obscuridad y la presión que impera a tal profundidad, han hecho de la otrora Joya de la White Star Line su refugio submarino.

El RMS Titanic, que abandonó el puerto británico de Southampton el 10 de abril de 1912 para no volver a tierra firme nunca más, ha permanecido bajo el agua durante 107 años, reposando en el lecho marino a poco más de 600 kilómetros de la costa canadiense. En el famoso hundimiento fallecieron mil 500 personas de las 2 mil 200 que se encontraban a bordo al inicio de su viaje.