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Cultura

‘Hasta los dientes‘ – La invención del culpable

Hasta los dientes Arnaut Alberto
Especial

La brutalidad e impunidad por parte de las autoridades en nuestro país se han tornado un motivo lo suficientemente fuerte para ser de interés para el arte de la imagen. Sobretodo, el tema de las desapariciones forzadas se constituye como uno de los principales pilares sobre el que descansan la violación a los derechos humanos en México.

Así lo demuestran dos documentales recientes: La libertad del diablo, de Everardo González, y Ayotzinapa: el paso de la tortuga, de Enrique García Meza. No obstante, una nueva producción se suma a la denuncia de estas transgresiones viles, que apagan la llama de la vida cotidiana de personas inocentes: Hasta los dientes, de Alberto Arnaut, el mejor documental visto por mí en lo que va de este año.

Hasta los dientes

Monterrey, Nuevo León, 19 de marzo de 2010. En las noticias locales, militares afirman que en un encuentro armado con narcotraficantes a las afueras del plantel del Tec de Monterrey, cayeron abatidos 2 sicarios que iban armados “hasta los dientes” a decir suyo. No obstante, poco después del incidente, se da a conocer la terrible verdad: no eran delincuentes, sino estudiantes de excelencia de dicha universidad privada.

Sus nombres eran Javier Francisco Arredondo Verdugo y Jorge Antonio Mercado Alonso, y eran amigos inseparables. Ambos fueron asesinados luego de ser confundidos con delincuentes, en medio de un operativo; sin embargo, el caso no terminó ahí, pues el agravio continuó: movieron sus cuerpos, los golpearon e inculparon colocándoles armas en sus manos. Todo para aparentar que el ejército había cumplido con su labor.

El documental, ópera prima de Arnaut, se toma su tiempo para revelarnos toda la verdad y la cronología de la tragedia. A través de una edición y un montaje espléndidamente estructurados, que no dan descanso al espectador, conocemos primero a la familia de ambos jóvenes, quienes abren su intimidad para mostrar sus vidas personales, las que se vieron interrumpidas de tajo aquella madrugada. Posteriormente, los hechos; aquí es donde la película arroja un golpe tras otro, al entrevistar a diversas personas que se encontraban en el lugar; desde una mujer que denuncia la falta de un cerco policiaco, hasta el hombre que se encontraba en la caseta de vigilancia de la puerta de acceso, donde los dos amigos fueron asesinados.

Durante la narrativa del documental, su director nunca abusa de tremendismos y evita, con toda su solvencia de recursos, caer en chantajes emocionales; simplemente, porque el caso en sí mismo eriza la piel. El rigor con el que Arnaut documenta paso a paso los hechos y los testimonios, es suficiente para conmover. Un más que pertinente ejemplo de que una buena manufactura y manejo del lenguaje fílmico otorgan contundencia a cualquier anécdota.

Hasta-los-dientes 2

Hasta los dientes, también, es una filosa denuncia contra la fallida y mal llamada «guerra contra el narcotráfico», emprendida por el expresidente Felipe Calderón. Es en este punto donde reside otra de sus múltiples virtudes, pues a través de este suceso particular, expone varias irresponsabilidades y problemáticas de los operativos militares: la falta de protocolos de actuación concretos, la impunidad con la que el ejército manipulaba las escenas de crimen y, sobretodo, lo más grave: que estos últimos no actúan solos. Los intereses ocultos salen a la luz, e implican al general Cuauhtémoc Antúnez, quien incubrió la ejecución para evitar poner obstáculos a su ascenso profesional (años después, en 2015, fue nombrado secretario de Seguridad Pública de Nuevo León por Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de la entidad y ex candidato presidencial).

Sobre este último punto, existe un testimonio que no deja lugar a dudas. En off, la voz de un militar nos confiesa: «El mando se aprovecha de que, si te tumbaron a un compañero, ya tienes rencor (…) Te dicen que los mates a todos, que los muertos no declaran (…) Pero cuando algo sale mal, que se chingue la tropa. Ellos se lavan las manos». Así, sin tratar de exculpar a nadie, el filme también declara: todos son, en cierta medida, víctimas.

Algo o alguien (algunos) manejan los hilos. La ejecución de Javier Arredondo y Jorge Mercado no fue producto de la mala voluntad, sino la lamentable expresión de un problema endémico que permea en todos lados, que deja sus cicatrices tanto en la ciudad, tal como lo expresan las marcas de bala que Arnaut muestra en los postes, en el concreto del puente, y en la vida de las personas, que tienen que lidiar con la ausencia obscena de quienes fueran sus hijos, sus primos y amigos; que tienen que luchar contra un sistema que no les da justicia, que inventa a sus culpables; que difama la memoria de aquellos a quienes, injustamente, inculpa.

Hasta los dientes es un documental contundente, espléndidamente ejecutado y de una emotividad bien construida. La rabia que deja en la boca cuando termina, es de un sabor genuino y perdurable, como solo lo deja un producto de buen calibre. De lo mejor del año.

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