Cultura
En Cuba, todo mundo tiene oportunidad de bailar ballet: Anette Delgado
La primera bailarina Anette Delgado volvió por tercera ocasión a México, para interpretar Giselle en el Palacio de Bellas Artes como homenaje a su maestra Alicia Alonso, en la primera colaboración del Ballet Nacional de Cuba (BNC) bajo la dirección artística de Viengsay Valdés, y la Compañía Nacional de Danza (CND), que encabezan la Benois de la Danse 2019, Elisa Carrillo, y Cuauhtémoc Nájera.
Delgado había venido a México en noviembre de 2017 con la puesta en escena en el Auditorio Nacional de Carmina Burana por parte de Danza Contemporánea de Cuba y en septiembre-octubre de 2019, apenas un par de semanas antes del deceso de Alicia Alonso el 17 de octubre, con la gira de su compañía con el ballet completo de Giselle, también en el Auditorio Nacional y otras ciudades del país, en la cual ella alternó el protagónico con la entonces subdirectora artística del BNC, Viengsay Valdés.
Hija del médico Otto Delgado y la fotógrafa, Graciela Gómez, desde los 9 años decidió su profesión y contó con el apoyo y sacrificio de su familia, que para seguir sus ideales se mudó de Isla de la Juventud a La Habana, donde desde 2005 se convirtió en primera bailarina del BNC, fundado por Alicia Alonso en 1948 y considerado por decreto de Estado desde 2018 “Patrimonio Cultural de la Nación” en Cuba.
La primera bailarina del BNC, que el año pasado debutó como mamá y dice en entrevista ser reservada e introvertida, ama la pasta, a Shakespeare, la novela policiaca, los boleros románticos de Pablo Milanés, en especial “Yolanda”, y Omara Portuondo. También le gustan las canciones de Descermer Bueno, Marc Anthony, Pablo Alborán y Alejandro Sanz, sobre todo durante los quehaceres domésticos.
Delgado cierra con la presentación este martes 3 de marzo en el Palacio de Bellas Artes, el ciclo de tres funciones de Giselle, obra emblemática del BNC, el homenaje póstumo a la prima ballerina assoluta.
–¿Qué opina sobre esta primera colaboración entre el BNC y la CND, en esta nueva etapa con la maestra Viengsay Valdés al frente del BNC?
–Ha sido muy bueno para ambas compañías. Realmente en el BNC estamos muy contentos, sobre todo por el gran homenaje que le están haciendo a nuestra gran Alicia Alonso, y el que nos hayan invitado a participar con ellos en su versión de Giselle, es emocionante y gratificante. Y estoy muy contenta de ser yo la que participe en este encuentro entre ambas compañías. Espero que esta colaboración sea una de las tantas que vendrán. Tengo entendido que en la 27 edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana, en octubre de 2020, la CND va a participar con nosotros allá, igual en el homenaje a Alicia.
–¿Cómo es su relación profesional y personal con Giselle?
–Giselle es un ballet que a mí me gusta mucho y lo disfruto mucho bailarlo. Para nosotros los cubanos es como la obra cumbre del BNC, sobre todo por haber contado siempre con el personaje Giselle de Alicia Alonso, quién mejor que ella fuera Giselle. Tengo un vínculo muy personal con Giselle porque es un ballet que me ha costado muchísimo, es como el tour de force de cada bailarina, sobre todo ese primer acto, la escena de la locura, que es completamente interpretativa. También es la dualidad de ella: la campesina, humilde, sencilla, inocente del primer acto, y cómo va a estar la bailarina ya convertida en willi en el segundo acto, pero siempre manteniendo ese estilo romántico. Esta versión de Anton Dolin que interpretaré en Bellas Artes para mí es completamente diferente. Nosotros bailamos siempre la de nuestra Alicia Alonso. Realmente ahí estamos un poco extraños en el sentido de que no conocemos bien esta versión. Pero en la función del domingo 1 de marzo estuvieron muy bien en escena los otros dos cubanos que participan en este encuentro, Rafael Quenedit y Daniela Gómez, y el público lo sintió y lo notó, fue una función muy bonita la de hoy.
–¿Cuáles serían las diferencias para ustedes entre la versión de Dolin y la Alonso?
–Obviamente el personaje es el mismo y la historia es la misma. Lo que cambia es la coreografía, las secuencias de pasos y musical. Hay música que en la versión de Alicia Alonso no contamos, entonces a lo mejor se concibe de otra forma. En el primer acto tenemos muchos más campesinos en la escena que en esta versión. La intención de Giselle siempre es la misma. Se forma entre variaciones, todo el baile primero, la pantomina, la escena de la locura y luego el segundo acto. Cambia en forma de sentido. Alicia, en su versión, marcó mucho el estilo romántico, son cosas como a lo mejor más puestas: la forma de poner los brazos, inclinar las cabezas, el torso hacia adelante como si tuviéramos un corset…; en esta son como diferentes las poses. Y es eso lo que vemos de diferencias, por eso decimos que es una versión completamente diferente, pero igual son cosas muy claves, que nos faltan, porque, bueno, igual hay que recordar que Alicia se guió por esta versión de Dolin e hizo la suya propia, pero en base a ésta.
–¿Qué consejos le dio Alicia Alonso para interpretar Giselle?
Tuve la dicha de contar con la presencia de Alicia y, sobre todo, trabajar de su mano. Ella me enseñó muchas cosas, no sólo para Giselle, sino para todos los demás clásicos que he interpretado. Una cosa que siempre me dijo fue que nunca una Giselle era igual a la otra, que siempre que se abría el telón salía una Giselle diferente, siempre respetando la coreografía y el estilo, por supuesto. Y que debía aprovechar los sentimientos que una tenía ese día. También me daba consejos de que tenía que guiarme mucho por el partner a mi lado en esa función. Como bailarina todo tiene un por qué y un para qué. Y cada vez que uno baila Giselle es como si fuera la primera vez. Ella como bailarina nunca hizo la escena de la locura igual, siempre la sintió diferente, y ella me transmitió esas cosas. Todos los ensayos con Alicia Alonso eran así, tengo muchas cosas que ella me dio, que me enseñó.
–¿Cuando bailó Giselle por primera vez qué sintió?
–Me estrené con el ballet completo en 2004, porque ya antes había hecho fragmentos. Es uno de los que más me han costado, por su carga dramática; además, por mi personalidad: soy un poco introvertida, más reservada. Pero por costarme lo he estudiado mucho más. La primera vez no tiene qué ver a cómo lo siento ahora, uno va madurando un personaje que no se baila igual siempre, crece como la persona. Sobre todo en el primer acto, uno puede poner vivencias personales: sentir cuándo fue tu primer amor, cuándo fue la primera desilusión, todos esos proceso que pasan en Giselle durante el primer acto. Para mí siempre fue un sueño poder bailar Giselle y ese año 2004, no le miento, los nervios los tuve a flor de piel. Para nosotras las cubanas interpretar Giselle después de ese gran legado que ha dejado Alicia Alonso es bien complicado, poder llegar o acercarse un poquito a ese nivel.
– ¿Cuál Giselle prefiere: la campesina o la willi?
–Me gustan las dos. La del primer acto no tiene nada que ver con la segunda, son diferentes pero se disfrutan. Es como una cadena: el sentimiento de un amor tan profundo del primer acto, de esa inocencia que ella tiene como muchacha y cómo eso la lleva a esa destrucción tan grande que hace que su corazón falle y muera; y el segundo acto cuando ella es ya una willi y que pesar del engaño de Albrecht, ella es capaz de salvarlo. Son personajes que se sienten diferentes, pero se disfrutan.
–En esta nueva etapa con Viengsay Valdés al frente del BNC, ¿cómo se ve ahora y en el futuro?
–Me sigo viendo como lo que soy: una primera bailarina del BNC. Estamos teniendo cambios, Viengsay está tratando de llevar a la compañía a diferentes cosas, mantener los clásicos, que es lo que más nos demandan internacionalmente, pero también ella está tratando de renovar un poquito el repertorio, retomar coreografías que hace tanto que no se toman. Por ejemplo, hemos contado con la presencia de diferentes coreógrafos extranjeros que han ido y han hecho sus coreografías, y de verdad ha sido un gusto para todos los bailarines mover el cuerpo diferente, hacer cosas nuevas. Durante todo el año vamos a estar así, porque realmente este 2020 tenemos muchas funciones en Cuba, muchas temporadas de diferentes ballets. Ahora mismo, llegando a La Habana, estamos preparando Coppelia, que se presenta en abril, y así sucesivamente, tenemos el año prácticamente con funciones. Se ven cambios, pero la esencia del BNC sigue, porque el legado de Alicia Alonso va a perdurar siempre.
–El BNC justamente fue declarado patrimonio nacional. Usted ha venido ya antes a México, ¿cómo ve la relación del público mexicano con el ballet y la relación del público cubano con el ballet?
–Realmente cuando vinimos en septiembre pasado con Giselle, vivimos la acogida del público; hacía muchos años que el BNC no se presentaba en México (desde 2004), teníamos una ausencia, pero cuando vinimos el público realmente la gente estuvo muy motivada, el Auditorio tuvo lleno y la gente con deseos de ver al BNC, así fue la acogida, el público así lo mostró al final de la función. Tuve la oportunidad de bailar en Guadalajara y Aguascalientes, y quiero decir igual que el público estuvo muy entusiasta, nos recordó mucho al público cubano. Lo que sí tengo que decir que el público cubano es un poco más efusivo en determinados momentos, aquí son como más tranquilos, disfrutan y después como que dan su aplauso, su ovación. Pero sí es un público conocedor, aquí en México hay muchas compañías de ballet y están continuamente viendo diferentes cosas. En Ciudad de México hacen diferentes galas, vienen diferentes ballets, tienen ya una historia, trascendencia con el ballet. Antes vine, no recuerdo el año, al Auditorio Nacional a presentar Carmina Burana con la compañía Danza Contemporánea de Cuba y realmente el público fue súper acogedor, súper entusiasta. Le digo esto porque son dos comparaciones diferentes, la de clásico y la de danza contemporánea. Aquí hay mucha cultura y la gente sigue mucho lo que es la danza.
–¿Cómo se acerca usted al ballet?
Yo nací en Isla de la Juventud, mi familia para nada tenía que ver con el ballet. Pero justo para mí el amor por el ballet nació en una función que vi muy pequeña cuando el BNC se presentó en Isla de la Juventud. Y desde que la vi dije a mi familia que lo único que quería hacer en la vida era bailar como esas bailarinas que estaban en el escenario. De ahí, a los nueve años, nos trasladamos a La Habana, hice las pruebas de ballet y así es como comencé con el ballet. Cada día que iba a entrenar, a tomar la clase a estudiar, cada día me reafirmaba que eso era lo que quería hacer. Y así nació mi amor por la danza.
–¿Hubo alguna dificultad como niña para acercarse a las escuelas de ballet? Vi la película Juli, sobre el bailarín cubano Carlos Acosta y pareciera que es muy fácil para los cubanos entrar.
–En Cuba es diferente a todos los lugares del mundo. Yo diría que en el mundo el ballet es como muy elitista. Y en Cuba es todo lo contrario, es muy popular, y esto es gracia a los tres Alonso: Fernando, Alberto y Alicia Alonso, ellos llevaron el ballet a cada rinconcito de Cuba, y así fue como fue creciendo esta pasión. En Cuba, por ejemplo, un mismo muchacho que vive en un rinconcito, en un pueblecito, que a lo mejor es muy pequeño, ese niño tiene la oportunidad, si quiere de estudiar ballet. Por eso digo que el ballet en Cuba es muy popular, De hecho, en Cuba casi todo el mundo quiere estudiar ballet, yo siempre hago la comparación: así como en Europa es el fútbol, en Cuba es el ballet.
–La cultura popular también está muy arraigada en Cuba, ¿cómo compite el ballet con ritmos de música popular como la salsa?
–No hay competencia. Cuba es bastante cultural, en un día tienes tantas opciones para ver, para hacer que dices: ¿Y a dónde voy? El ballet ya tiene un público como más creado, los balletomanos –como nosotros les llamamos– siguen la carrera de las bailarinas desde la escuela hasta que ya están en la compañía. No hay competencia, porque el mismo público que va a ver ballet va a ver danza contemporánea, al otro día folclor, al otro una obra de teatro. El público cubano es muy conocedor y muy cultural, no existe competencia. Cada vez que el BNC se presenta, el teatro está lleno.
–Además del ballet, ¿qué le gusta bailar?
–Como a todo cubano, la salsa, que es lo más típico, en La Habana hay muchos lugares para bailar, pero ahora mismo estoy más conservadora, mi vida cambió después de que tuve a mi hija Ainhoa, así que me gusta más bien a tomar un café, compartir con amistades, escuchar música, bailar si quieres, pero algo más tranquilo.
–Ahora vive en La Habana, pero ¿ha vuelto a Isla de la Juventud?
–Justo regresé el año pasado, me hicieron un homenaje, me hicieron “Hija Ilustre de Isla de la Juventud”. Y tuve igual encuentros con la escuela de danza de la isla, impartimos experiencias, hablamos con los muchachos, digo hablamos porque fui con mi pareja, Dani Hernández que es también bailarín de la CND. Tuvimos la oportunidad de compartir con esos niños, de sentirnos de nuevo como cuando yo empecé; toda esa ilusión que te hace que te den consejos. Fue una visita muy grata, hace muchos años que salí de allá y que no había regresado, y realmente fue muy gratificante y una experiencia muy bonita.
–Siendo artista, ¿cómo lleva el ballet con la maternidad?.
–Te cambia la vida, pero es un proceso que se disfruta tanto que todo eso queda en segundo plano. Un día normal mío es levantarme temprano, dejar todas las cosas de Ainhoa listas, irme al ballet, realizar todo mi trabajo hasta la tarde, y regresar a la casa, que es como entrar a la segunda función: hacer los quehaceres domésticos, estar con la niña. Es muy agotador, porque el ballet te demanda mucho física y mentalmente; y luego llegar a la casa y seguir en funciones pues un bebé demanda mucho tiempo y energía. Uno termina agotado pero es algo que te llena tanto que lo otro no se siente. Con la maternidad mi carrera ha cambiado completamente para bien, me siento diferente, con más fuerza, el cuerpo te cambia, sí, pero te da algo como que no hay nada imposible, que todo lo vas a superar y vencer. De hecho yo justo antes de entrar en estado bailé Giselle, y después de que tuve a mi hija ya me reincorporé, vino la temporada de Giselle y hubo la oportunidad de bailarlo de nuevo, lo sentí diferente, los sentimientos eran otros. hay una madurez que te llena. Y eso se transmite en el escenario.
–¿Qué le requiere más energía, el ballet o la maternidad?
–Ambas cosas. Diferentes pero ambas cosas. En el ballet es hacer un trabajo con el cuerpo, el instrumento de trabajo es el cuerpo, entonces todos los días uno no está igual, todos los días tu cuerpo no está igual, ahí es lo agotador. Para ver si me entiendes: ser primera bailarina no es ya llegamos y ya, todo lo contrario, al ser primera bailarina una tiene un rigor más fuerte, por qué, porque eres una guía para esas personas que están iniciando, eres como un ejemplo, eres como el nombre y una figura de tu compañía. Ahora mismo, acá en México no es sólo Anette Delgado la que está bailando, sino es la representación del BNC la que está bailando. Por eso digo que es una carrera que agota mucho física y mentalmente. Y la maternidad no es que digamos que agote, pero es difícil, y más hoy por hoy, como está la sociedad, el mundo, uno tiene que educar a esos hijos para todo, a eso me refiero quizás que es agotador. Y lo digo también por mi mamá, toda esa crianza que me dio, todo lo que estuvo a mi lado, mis papas, y mi hermana también, todo lo que tuvieron que sacrificar para que yo estuviera bien, para que yo siguiera adelante con el ballet y para que llegara adonde estoy hoy. Entonces lo digo mucho por eso, porque ahora yo lo estoy sintiendo con mi hija, todavía es pequeña pero ya llegará el momento en que vaya creciendo y ya entran a jugar otros papeles. Pero no seré la primera bailarina que es mamá ni seré la última, ahora mismo aquí también conversando con varias de las primeras bailarinas de la Compañía Nacional de Danza de México y aquí también son mamás, también han tenido que mezclar ballet con la maternidad.
–Ahora qué ha trabajado con los bailarines de la CND y viniendo usted de una de las compañías más importantes del mundo, ¿cómo ve a la CND y qué consejos le daría?
–Veo en esta compañía que hay mucha unidad, también que tienen excelentes maestros. Y cuentan con Elisa Carrillo y su esposo Mikhaíl Kaniskin, que son excelentes bailarines con mucha experiencia. Es una compañía que se ha superado cada día más. Algo que sí me llamó la atención es que todos se ayudan entre sí, comparto ensayos y escenas con Argenis Montalvo y realmente ha sido muy bonito ese encuentro, el todo el tiempo ayudándome en los ensayos, muy dispuesto. Él ya ha bailado esta versión de la Giselle de Dolin y la conoce mejor que yo, igual que otra bailarina que me ha dado detallitos de la coreografía, he sentido esto muy bonito. Es una compañía mucho más pequeña que la nuestra, pero tiene excelentes bailarines y va ir cada día van a ir mucho más para adelante.
“La maternidad te cambia para bien como bailarina”: Anette Delgado
Por José Juan de Ávila
Anette Delgado aprendió muy bien de su maestra Alicia Alonso que el personaje de Giselle nunca es el mismo, aunque lo interprete la misma bailarina; ahora que tiene la experiencia de vida de ser madre está segura de que la muchacha campesina y la willi han madurado en ella, es la misma pero diferente.
Recién nombrada “Hija Ilustre” de Isla de la Juventud, donde nació y donde por primera vez presenció una función del BNC para decidir desde los nueve años dedicarse a la danza clásica, Delgado asegura que a diferencia del resto del mundo donde el ballet es elitista, en su país es muy popular. “Alicia, Fernando y Alfonso Alonso lo llevaron a cada rinconcito”, comenta la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) en vísperas de rendir homenaje como Giselle a su maestra, este martes 3 de marzo en el Palacio de Bellas Artes, en su colaboración con la Compañía Nacional de Danza (CND).
“En mi familia nadie tenía que ver con el ballet. Mi padre, Otto Delgado, es médico, y mi madre, Graciela Gómez, fotógrafa profesional. Cuando a los 9 años les dije que lo único que quería en la vida era bailar como las bailarinas que estaban en el escenario, nos mudamos a La Habana, hice las pruebas y así comencé en el ballet”, cuenta Delgado, esposa de otro primer bailarín del BNC, Dani Hernández.
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