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Cultura

El Apocalipsis de Ligeti llega a la UNAM y Bellas Artes con El Gran Macabro

El Apocalipsis de Ligeti llega a la UNAM y Bellas Artes con El Gran Macabro

El Apocalipsis llegará a la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario y al Palacio de Bellas Artes, con el estreno en versión orquestal de concierto multimedia de la que puede ser la última gran ópera del siglo XX, El Gran Macabro, de György Ligeti, a 41 años de su primera presentación el 12 de abril de 1978, en el contexto del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez y de Vértice.
 
El violinista y director de orquesta Ludwig Carrasco dirige a la Orquesta Juvenil Eduardo Mata, al Coro de Madrigalistas de Bellas Artes, al Coro Universitario de la UNAM Staccato y a un elenco, para un montaje insólito de la única ópera del compositor húngaro György Ligeti (1923-2006), en una colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y nuestra Universidad Nacional.


 
En entrevista, el director artístico de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes desde septiembre pasado destacó la actualidad de ópera de Ligeti, pero subraya que su música es más bien tradicional. Destaca que da una visión grotesca de la humanidad y que sus personajes pueden hallarse en el día a día.
 
Carrasco ha desarrollado sus carreras como intérprete y director con gran interés en el repertorio del siglo XX y XXI y como director concertador ha estado al frente de puestas en escena de óperas de Arnold Schoenberg, Francis Poulenc, Georgina Derbez, Gabriela Ortiz o musicales de Jule Styne.
 
Con libreto de Ligeti y Michael Meschke basado en el drama La Balade du Grand Macabre, del belga Michel de Ghelderode, la ópera en dos actos tendrá como solistas a los cantantes Anabel de la Mora, Cecilia Eguiarte, Frida Portillo, Flavio Oliver, Eugenia Fuentes, Hugo Colín, Hernán Iturralde, Rodrigo Urrutia, Andrés Carrillo, Vladimir Rueda, Alberto Albarrán, Jehú Sánchez y Daniel Cervantes.


 
Y el equipo creativo está formado por Juliana Vanscoit en el diseño de vestuario, Jesús Hernández en la iluminación y Óscar Enríquez en la realización de video. Las presentaciones serán el viernes 11 de octubre en la sala Nezahualcóyotl, a las 20 horas, y el domingo 13, en Bellas Artes, a las 17 horas.
 
–Usted ya tiene mucha experiencia en óperas del repertorio contemporáneo. ¿Con El Gran Macabro cayó entonces en blandito?
 
–Ja, ja, ja. Sí, digamos, que mi interés como violinista y director de orquesta desde hace mucho es la música de los siglos XX y XXI. Y esta ópera era algo que siempre había querido hacer y por suerte ahora se da con este proyecto que realiza la UNAM en coordinación con otras instituciones.
 
–¿Cómo describiría esta ópera?
 
–Es un proyecto muy peculiar, único. A pesar de que tiene como 40 años desde su estreno, apenas llega a México. Es una obra donde el compositor intentó hacer una crítica a la crítica que se hacía a la ópera en los años 70, cuando el argentino Mauricio Kagel escribió una antiópera, una especie de burla de lo que se estaba haciendo en la ópera, como tradición. Entonces Ligeti decidió escribir una anti anti ópera, que no logra un regreso a la ópera tradicional, pero sí es una crítica muy personal de lo que es la tradición operística y con ojos del siglo XX por uno de sus compositores más importantes en la historia.


El Gran Macabro se desarrolla en Brueghelandia, por el pintor Peter Brueghel El Viejo, autor de El triunfo de la muerte y El país de la jauja, que inspiraron su ambientación. Según sus críticos, también tiene fuertes influencias de Alfred Jarry y de François Rabelais, aunque según Ligeti, del pop art.
 
El libreto plantea, en tono de farsa, el fin del mundo a través de personajes alegóricos como Nekrotzar (La Muerte), el príncipe Go-Go, un ebrio catador de vinos, el astrónomo Astradamors (Nostradamus), Mescalina y la concupiscente pareja Amando y Amanda (originalmente Espermando y Clitoria).
 
“Esta obra nos presenta una visión de un escenario apocalíptico, una visión un poco grotesca de la humanidad, un poco extrema, de personajes que, aunque sí son un poco surrealistas, nos encontramos a algunos de ellos en la vida diaria, el público se puede relacionar bastante porque son personajes estrambóticos, que sí podrían suceder en la vida real, en nuestro día a día”, explica Ludwig Carrasco.


 
Sobre la música, dice que es bastante tradicional a pesar de su novedad.
 
“Para mi gusto son muchas capas de historia que se van sumando en cada momento, como los arqueólogos que van encontrando muchas capas que cuentan una historia cada una pero que sumadas cuentan una historia más global, Podría sonar en una primera audición un poco difícil, recomiendo ir con el oído dispuesto a descubrir muchas cosas, hay muchos guiños a la tradición operística”, sugiere.
 
“El público el versado en la ópera contemporánea encontrará la obra poco vanguardista en el sentido de las sonoridades musicales, es bastante tradicional, una mezcla enorme de muchas músicas. Lo importante es la respuesta personal que cada oyente tendrá por cada historia, el texto de la obra, la moraleja”, añade Carrasco, quien estará auxiliado en los coros del Inbal y UNAM por Carlos Aransay.
 
–¿Qué representa para usted esta obra?
 
–Para mí es muy importante porque me hace reflexionar sobre muchas cosas de la sociedad, sobre cómo funciona y cómo me inserto en ella, mis prioridades mis intereses. El Apocalipsis, a lo mejor no tenemos uno tan cercano como el que se escribe la obra, pero sí unos muy vigentes: el del cambio climático, los apocalipsis informáticos… Uno se puede relacionar con la historia y a lo mejor eso le va a dar el valor o el interés añadido para la gente.
 
–¿Qué refleja de nosotros como mexicanos?
 
–Al menos a mí me hace reflexionar mucho sobre mi día a día, sobre prioridades o no. Por ejemplo, me hace reflexionar sobre la muerte, según la tradición los mexicanos nos reímos de la muerte, y esta ópera es muy satírica o cómica con respecto a la muerte.
 
–¿Qué tipo de voces requiere una ópera de estas características?
 
–Tanto solistas, músicos y coro necesitan estar muy desarrollados musicalmente, con dominio técnico. Y todos cumplen con esas características. La OJEM, aunque se llama “juvenil” su nombre es engañoso, en realidad suena muy profesional y eso es digno de alabar. En México tradicionalmente vamos muy rezagados en formación de orquestas jóvenes. Pero el nivel de la OJEM es muestra de lo que estamos haciendo en la educación musical en el país, y estoy contento porque se lo está tomando con mucha seriedad, es una garantía y tranquilidad de trabajar con ellos.
 
“Sobre los solistas, todos son voces mexicanas con gran trayectoria, más un trío de artistas invitados de España y Argentina, que ya habían hecho esta obra en teatros. El tipo de voz requiere mucha madurez pero con gran flexibilidad. Son cantantes de ópera tradicional lírica, y en esta obra no solo hacen uso de todo los recursos para esta, también necesitan una precisión milimétrica a la hora de abordar el lenguaje musical de Ligeti. Hay coloratura, virtuosismo, pero también una parte híper expresiva, que cuando canten suene no como que cantan sino que suene con gran expresión. Es algo similar a lo que abordarían con óperas de Verdi o Rossini, pero para mí el oyente tiene que escuchar no que cantan sino que están hablando de una manera híper expresiva y todo el elenco lo está haciendo estupendamente. Por ello estoy seguro que vamos a tener un gran éxito tanto en la Nezahualcóyotl como en Bellas Artes.

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