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Desplazados de Guerrero en CDMX: entre el frío, el rechazo y el temor

Desplazados CDMX Guerrero
Foto: Especial

Algunos de los integrantes del grupo de desplazados de Guerrero que se encuentran instalados en un plantón a las afueras de Palacio Nacional, contaron cómo es la cotidianidad que se vive en este. Hablaron de la necesidad del cuidado de los menores de edad que los acompañan, de las mujeres, así como el sentimiento de tristeza que les da el que se rechace su petición de audiencia y la extrañeza que les resulta estar en un lugar lejos de casa.

Crescencio Pacheco comentó que en este lugar están más expuestos dado que, al menos antes, en el auditorio en el que se encontraban tenían un techo y se sentían más relajados, dado que algunos de sus amigos se encontraban en el lugar o en la cabecera municipal de Leonardo Bravo, sin embargo, en la CDMX percibe un cambio radical de las condiciones.

“Aquí es puro dinero, no podemos salir”, menciona a la vez que cuenta cómo tienen ahora que hacer el gasto para pagar servicios básicos como el ingresar a un baño público, comprar víveres y agua, estando también expuestos al frío y al calor y siendo desmoralizados por la mala atención que han recibido por parte del gobierno federal puesto que creían que en máximo 3 días entrarían en un diálogo y les darían la razón, pero que 10 días después no ven esa sensibilidad de la que hablaban con su discurso de la esperanza y la cuarta transformación.

Crescencio cuenta también que después de ser desplazados, el 11 y 12 de noviembre de 2018 llegaron al auditorio municipal del municipio de Leonardo Bravo, hasta donde llegó también personal de la Cruz Roja, el DIF estatal y municipal, así como despensas y colchonetas, las cuales son las mismas que vienen arrastrando y han quedado inservibles con el paso de los días ya que han perdido su comodidad.

Sin embargo, todo ello cambió a partir de la segunda semana cuando las autoridades estatales comenzaron a dejarlos solos, quedando únicamente con el apoyo municipal hasta que hicieron presión al Secretario General de Gobierno y dispuso nuevamente ayuda; en su entidad también recibían ayuda, puesto que les regalaban maíz, frijol y de vez en cuando “un marranito”.

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Él también cuestiona a todos aquellos que dicen comprender lo que están pasando, especialmente a funcionarios del gobierno federal, quienes se lo han dicho pese a no tener una respuesta para abrir un diálogo entre el presidente y una comisión. Comenta que no se sabe del drama del desplazamiento y de la vida fuera de su casa, puesto que no conocen el temor de saber que no pueden regresar a casa porque los pueden matar, así como ver hurtado lo construido después de 20 años de trabajo o herencias que son reliquias familiares y tienen un valor sentimental.

Para volver a sus hogares, ellos quieren querer proponerle al presidente el repliegue del grupo armado que tomó su pueblo, así como la creación de un perímetro de seguridad en los límites de Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo, así como el pago de todas las pérdidas que van desde cabezas de ganado hasta utensilios del hogar como licuadoras, lavadoras y ropa, así como papeles oficiales que se quedaron ahí, puesto que salieron de sus casas sin nada.

Por su parte, para las mujeres protestantes este movimiento a la capital también ha sido difícil. Un par de ellas, de manera anónima, señalaron que por su condición femenina están acostumbradas a bañarse diariamente y mantener un nivel de higiene, cosa que en este campamento resulta imposible por las condiciones que están siendo desgastantes y cansándolas psicológicamente, según declaraciones de estas.

Este desgaste parte, al menos en lo personal de nuestro testimonio, de ver a los niños enfermarse y no contar con algunos de los servicios o contarlos con poca higiene como los baños, arriesgándose, según declararon, a contraer alguna enfermedad, pidiendo al presidente únicamente una audiencia para poder decidir si siguen en la CDMX o regresan a su anterior refugio, aunque solicitando que esto se haga con seguridad puesto que tienen miedo ante las amenazas vertidas en su contra.

La organización al interior de este plantón, comentan, está dividida a partir de las comunidades de origen de los desplazados. Entre ellos dividen tareas que van desde la cocina hasta la vigilancia de los baños, formando equipos de 2 a 5 personas que se van turnando. De igual manera, mencionan que cada comunidad elige a un representante para que tome la palabra en sus conferencias de prensa, estando al momento personas de las poblaciones de Filo de Caballos, Polixtepec, Campo de Aviación, Tres Cruces y Carrizal.

Por último, ellas comentan que de vez en cuando se han acercado hasta ellas algunas personas para ofrecerles ropa, especialmente para los niños ya que por las noches tienen mucho frío, pidiendo que en caso de querer ayudarlos se les proporcione primordialmente agua pero también un poco de despensa ya que los alimentos en el lugar también son escasos, pero que prefieren no irse de este lugar al albergue que les han ofrecido en la capital mexicana, puesto que si estando ahí no les hacen caso, temen que al alejarse del sitio sean abandonados por completo.

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