Cultura
La vida cotidiana de las mujeres ha sido excluida del canon literario: Sara Mesa
Sara Mesa (Madrid, 1976) dice sentirse más cercana a Franz Kafka cuando se le pregunta si cree formar parte de una generación de escritoras españolas, por compartir afinidades o por edad, algunas de las cuales han visitado México semanas atrás como Marina Perezagua y Cristina Morales. También subraya que la gran literatura ha obviado el tema de la madre y que la vida cotidiana de las mujeres ha sido excluida del canon literario, por considerarse poco interesante, pero que es hora de reivindicarla.
La poeta, narradora y periodista visita Ciudad de México para participar en la primera edición del Festival Cuadernos Hispanoamericanos, auspiciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y la UNAM, junto con editorial Anagrama, que se ha llevado a cabo del 14 al 16 de noviembre en el Centro Cultural España, el Museo del Chopo y la Casa del Lago.
El viernes 15 compartió mesa con Gabriela Wiener, Guadalupe Nettel, Daniela Rea y Alejandro Zambra, sobre “La literatura de las madres”, y el sábado 16 presenta el libro La hija del comunista, de Aroa Moreno. La autora de Cara de Pan, Cicatriz, Mala Letra, Cuatro por Cuatro, Silencio Administrativo y Un incendio invisible, editadas por Anagrama, habla en entrevista sobre su visita.
Cuadernos Hispanoamericanos es una publicación de crítica literaria y pensamiento, fundada en 1948 y editada por la Aecid, que ha colaborado con la mayoría de los grandes nombres de la literatura iberoamericana e internacional.
Esta primera edición contará con la presencia de trece autores que escriben en español: Sara Mesa (España), Alejandro Zambra (Chile) y Guadalupe Nettel (México); también Ignacio Vidal-Folch (España), Emiliano Monge (México), Gabriela Wiener (Perú), Karla Suárez (Cuba), Daniela Rea (México), Fabián Casas (Argentina), Isabel Zapata (México), Margarita García Robayo (Colombia), Malva Flores (México), Julio Villanueva Chang (Perú) y Aroa Moreno (España).
–Este primer festival de Cuadernos Hispanoamericanos, está dedicado a la “Crónica Literaria”. ¿Por qué participa usted y qué relación tiene con la crónica?
–Bueno, participo porque me han invitado. Participo en dos actividades: por un lado, la mesa La literatura de las madres; y por otro lado, para presentar La hija del comunista, ya que estaba aquí. Sobre el tema de la crónica: yo estudié periodismo, pero básicamente mi escritura es de ficción, escribo novela, cuento, y no he cultivado la crónica salvo excepciones. Sin embargo, mi último libro sí que puede conectar con la crónica: Silencio Administrativo trata sobre la pobreza en España, la extrema pobreza, es sobre gente que vive en la calle; para ello elegí el formato de una crónica porque es a partir de una historia real, una mujer que conocí que mendiga en Sevilla, que es la ciudad donde yo vivo. Y, entonces, es la manera más adecuada de hablar de un tema de esa envergadura. Se puede escribir un ensayo, pero yo no tengo los datos ni la destreza para escribir un ensayo, pero sí una crónica desde mi punto vista y el punto de vista de una persona que lo vive.
–¿Por qué participar en una mesa donde el tema es las madres y la literatura?
–Es un tema que forma parte ahora mismo del debate literario, porque en cierto modo la figura de la madre se ha obviado en los relatos literarios, salvo que sean homenajes de escritores hombres hacia su madre como modelo de entrega, de sacrificio y de solidez familiar. Pero se han abordado menos relatos de la madre desde otro punto de vista, por ejemplo, de las hijas o desde el punto de vista de las propias madres, de las mujeres que tienen hijos y de cómo se enfrentan a dificultades que llegan a tener hijos. ¿Por qué ha pasado esto tradicionalmente? Porque es un tema que afecta muy de lleno a las mujeres y hasta ahora la vida cotidiana de las mujeres, y hasta ahora la vida cotidiana de las mujeres ha sido excluida del canon literario por considerarse, digamos, poco interesante o totalmente inadecuada para los grandes temas literarios. El momento de reivindicación está ahí. Además, la mesa tiene un título lo suficientemente ambiguo para que quienes formamos parte podamos hablar también de nuestra experiencia como madres: cómo se puede enfrentar una a la tarea de escribir y a la profesión de escribir cuando tienes que cuidar de los tuyos. Y es curioso cuando todavía en países como España, donde la cosa ha cambiado mucho el último año, las dificultades que conlleva ser madre es mayor a ciertos profesionales que a las que conlleva ser padre.
-¿Qué representa para usted participar en este festival de una revista con esta tradición como Cuadernos Hispanoamericanos?
–Un honor, lógicamente. Es extraño que no se haya hecho algo así con una revista de esta trayectoria y de esta envergadura. Se ha juntado tanta gente importante y están los debates interesantes. Es la primera vez que se hace el festival pero, además, no hace mucho, me hicieron una entrevista y salí en la portada, así que como que tengo un vínculo mucho más directo ahora. Y, bueno, ¿qué te voy a decir? Es un orgullo que me hayan invitado para eso.
–¿Desde su experiencia como escritora, ¿qué es crónica para usted, en su propia definición?
–Soy bastante flexible en el concepto de los géneros. Como te he dicho, estudié periodismo y en la facultad de Periodismo como que se acotan demasiado los límites de los géneros, qué es una crónica, un reportaje… A mí me parece que la crónica es un género bastante misceláneo, bastante flexible, que admite diálogo con otros muchos. La premisa básica es el respeto a la verdad, lo que se cuenta, es lo que se ve sin falsear los datos; la realidad tal cual el cronista la percibe. Pero hay, claro, un punto de subjetividad tremenda: efectivamente estoy contando tal como yo lo veo, y evidentemente la mirada que yo tengo sobre las cosas va a ser diferente a la de otra persona. Quiero decir que, partiendo del respeto a la verdad, creo que admite muchos tipos de discursos diferente; un discurso más periodístico, en apariencia objetivo, o puede ser un recurso literario de muchos tipos; puede incluir diálogos, descripciones más líricas, no sé, puede incluir descripciones personales mezcladas con otras de tipo más ensayístico, más filosófico. Es un género muy permeable a diferencia de otros.
–¿Se considera usted parte de una generación de escritoras españolas?
–Esta pregunta es difícil que la podamos responder los propios escritores. Es una pregunta para críticos literarios. Cuando uno escribe se siente individual. El concepto generación, si hablamos de edades y contexto, claro vengo de España y hay otros escritores de mi edad con quienes me siento afines, pero a veces no tienen que ser mujeres, hombres; o a veces me puedo sentir más afín a una escritora argentina o una peruana que a una española. Muchas veces estas afinidades también son por círculos de amistades o de admiraciones. Puedo decir que admiro escritores pero a lo mejor su manera de afrontar el hecho literario no es como la mía. Yo qué sé. Yo, en realidad, me siento más cercana a Kafka. Creo que es una pregunta que no podemos contestar los escritores porque formamos parte de la misma pregunta, del sujeto que se estudia, no podemos analizarnos desde este punto de vista.
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