Metrópoli
Ofrendas humanas, misoginia, canibalismo y un perro negro: la historia del “Monstruo de Ecatepec”
Juan Carlos fue arrestado una sola vez. Él cuenta que fue por portar una navaja con la que quería “picar” a cualquier persona que lo molestara en la calle. Lo detuvieron los policías, lo llevaron al Ministerio Público y llegó su mamá, a quien odia como a todas las mujeres, y pagó para que lo liberaran. Tiempo después, sería encarcelado y aparecería en las noticias por asesinar junto a su esposa a al menos 21 mujeres, descuartizarlas y dárselas de comer a sus perros y a sus tres hijos.
Juan Carlos, El Monstruo de Ecatepec, está sentado en una silla en lo que parece una sala de evaluación psicológica; al lado de él hay un doctor con una bata blanca que anota las cosas que le dice. Alguien saca un celular porque lo que está narrando Juan Carlos está más allá de lo difícil de creer.
Moreno, unas líneas de barba, playera negra, está esposado; pantalón de mezclilla, una dicción buena, unos zapatos negros, una silla verde, una cicatriz en el cuero cabelludo. Es lo que vemos del Monstruo. Las primeras palabras que podemos escuchar describen cómo le dio “en su pinche madre” a sus víctimas, madres de familia, hijas, les sacó el corazón y los dejó en su altar de la Parca. “Los oficiales encontraron corazones en mi ofrenda a la Santa Muerte”.
Él cree que tiene una razón: “Y prefiero que mis perritos coman carne de esas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno”. Mil veces que coman mis perritos, repite, y las ratas, “a que ellas sigan caminando por aquí”.
El #Monstruo de #Ecatepec: "Si salgo de está, de una vez les digo: seguiré matando mujeres" #MonstruoDeEcatepec #Ecaterror #ecatepecmásseguro #Edomex #Feminicidio # pic.twitter.com/0jHrV8lUt1
— La Hoguera Mx (@LaHogueraMx) October 10, 2018
El doctor le pregunta:
¿Alguna otra misión que tengas en la vida?
“¿Misión? Mire patrón, no creo salir de esta, pero si salgo de una vez le digo a los patrones, voy a seguir matando mujeres”.
El Monstruo dice que tiene tres razones para realizar estos crímenes: “Una, porque a veces no me deja dormir esta madre”, y se toca la oreja para referirse a una voz que dice oye dentro de su cabeza. “Dos, por el odio que les tengo”, a las mujeres. La tercera razón la llama una ‘necesidad’: “Que coman mis hijos; a que coman en otro lado mejor mis hijos, que coman mis perros a otro lado, mejor mis perros”.
El doctor prosigue a preguntarle sobre Mónica, quien habría sido su pareja. “Los policías ¡No ustedes! No me hicieron caso. Se burlaron de mí, mi mujer se fue con otro cabrón. ‘Ese niño no es tuyo, ya deja de moverle wey’. Yo la quería mucho”, cuenta que ella le dijo y que fue una de las semillas de su odio.
El doctor le repite si fue a atención médica. Él se limita a mover la cabeza pero sin dejar claro si es un sí o un no. Contrae los labios a la boca y pone el rostro rígido: se está aguantando algo y su pecho se infla y se desinfla más rápido.
Segundos después el Monstruo confiesa que dos semanas después de que se fue Mónica, él empezó a matar, en 2012. Se seca unas lágrimas que le recorren las mejillas.
El siguiente cuestionamiento del doctor es si tiene angustia de algo: “De matar mujeres….Yo dije, si yo no soy feliz en ese momento, nadie lo va a ser”.
Juan Carlos repite: “Como yo no lo fui, nadie lo va a ser”, y mueve el dedo de un lado al otro reafirmando su “nadie”. Se oye el metal de las esposas hacer “tic, tic, tic, tic”.
El Monstruo le dice al médico que conocía a todos los padres y familiares de las víctimas, que vivían cerca, en Jardines de Morelos, “les hablaba bien, principalmente a don Salvador”. Y confiesa que se divirtió de ese daño.
“Me chingué a su hija y me chingué a su nieta, con todo gusto y lo disfruté… mientras yo esté aquí voy a seguir haciéndolo”. La policía informó que confesó en audiencias posteriores haber cometido violaciones con sus víctimas antes de matarlas.
El médico insiste en si durante los crímenes intentó ir a alguna atención psicológica. “Yo estoy bien, yo estoy bien”, le responde Juan Carlos, “lo que yo hago está bien patrón porque estoy limpiando al mundo de porquería, yo estoy completamente sano y bien”.
¿Alguien llegó a abusar de ti? Pregunta el médico. ‘El Monstruo’ guarda unos segundos de silencio y responde: “De joven, de niño, tenía yo 10 años, una mujer. Mi mamá me encargaba con una mujer para que mi mamá pudiera irse de puta”.
“Esa mujer me la chupaba, esa mujer se subía, esa mujer me hacía hacerle cosas que a mí como niño me desagradaban bastante”.
Cuenta que su mamá se veía con un hombre, “la veía yo cómo le alzaban las patas, cómo la ponían de perro, escuchaba yo sus ruidos, y mi papá trabajando, cosa que a mí me molestaba mucho”.
Su mamá quería “picar” a su papá, explica. Él observaba, “¿cómo defendía a mi papá si no podía?” En ese momento dice que juró que eso no le pasaría con ninguna mujer.
Lo que sigue en la grabación es una breve historia de su vida, en la que narra que era un niño “de lento aprendizaje”, pero después de tener un accidente al caer de una escalera se dio un golpe en la cabeza y que eso modificó su inteligencia: “Iba con puro 10, no sé si se inflamó el pinche cerebro pero después de ese momento perfección en la escuela”. Según su historia, cayó de dos pisos y se golpeó el cráneo contra el concreto. “Siempre me duele mi cabeza, patrón”.
Narra que se percataba de muchas cosas que muchos niños no se daban cuenta a su edad. El doctor le pregunta, ¿por qué no acabaste la carrera? La dicción del Monstruo es coherente, y sus pensamientos tienen un orden. “No sé patrón”.
¿Tú eres hombre, te gusta ser hombre? Es la siguiente pregunta para el Monstruo. Afirma que le gusta ser hombre y solo le atraen “las mujeres”.
Juan Carlos también cuenta que practicó deportes violentos: “Practiqué box, practiqué karate, practiqué king boxing”. También bebía, aunque no menciona si en exceso. Y aclara que cuando estaba “en el ejército, me daban cocaína”.
Su historia continúa con que tuvo “muchísimas novias”; menciona que de secundaria a los 22 años tuvo un número considerable. “De los 22 para adelante toda pareja sentimental que yo tenía terminaba dándome en la madre”.
¿Con cuántas mujeres tuviste relaciones? “Con muchísimas, patrón…”, remata.
Pronto habla de “su mujer”, Patricia. La policía informó cuando fueron capturados que ella tenía retraso mental pero que contaba con la suficiente capacidad para distinguir entre el bien y el mal. Ella iba con él la tarde que los aprehendieron; empujaban una carreola de un niño que había sido vendido y su madre asesinada. El carrito estaba envuelto en colchas y cuando los policías lo registraron este olía a cadáver: adentro había partes de los cuerpos, presumiblemente extremidades, y órganos de las víctimas.
Dice que a Patricia la conoció en un bar, que la “sacó” del lugar: “Me la chingué en mi cuarto”. Cuenta que le preguntó cuánto iba a ser. Ella le dijo que nada, que había sentido atracción por él y que por eso habían tenido sexo. Él expresa que sintió “mucho coraje” porque siempre esperaba que las mujeres con las que tenía relaciones pidieran dinero.
“Estaba yo así de darle en la madre a mi propia esposa antes de que fuera mi esposa, lo que es secreto. Me hizo la noche, me alivianó, me hizo reir”. Patricia y Mónica se parecen, confiesa, y vuelve a retener algo en su interior que le golpea el rostro desde dentro. Se seca las lágrimas.
Y al final del video, durante los últimos minutos, confiesa que en toda esa travesía infernal estaba acompañado. “Por ese perrito negro detrás del cancel”.
“Se lo dije a mi esposa muchas veces”, le comenta al doctor. ¿Y siempre ha sido el perro igual? Le cuestiona el médico: “Es un perrito, patrón… pero no estoy loco ¡Yo lo veo! Ahí estaba”.
El Monstruo de Ecatepec comenta que cuando trabajaba le decía a sus jefes que iba a traer agua para su perro. “¿Cuál perro wey?”, le cuestionaban. Insiste, él vio a ese perro negro. Deja en claro que le molesta que no le crean.
El doctor anota algo en sus hojas de papel y le agradece por haberle contado la historia. Fueron unos cuantos minutos: una crónica de años violentos, misóginos y sádicos. “De nada patron, me gusta mucho que me escuchen”, agradece Juan Carlos, y permanece sentado, tranquilo, en el mismo lugar.
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