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A Fuego Lento

2018 DESATA CRISIS EN PAN

Acción Nacional, contrario a su tradición, se ha convertido recientemente en un ring. La conseja “Los trapos sucios se lavan en casa” se ha olvidado. Las buenas maneras para resolver sus conflictos internos están guardadas. El PAN del 2017 se parece al PRD, siempre sumido en pelea de tribus. En el PAN estelarizan una pelea campal: todos contra todos; en una disputa que por ahora arrecia y no se le ve el final. El eje de la contienda, el 2018. Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle se confrontan con Ricardo Anaya por la candidatura presidencial. Nadie cede. Ni el rezagado Moreno Valle. Ambos lo tachan de inequitativo y antidemocrático; de ser juez y parte en el camino al 2018; de utilizar la presidencia del partido para su interés personal: ser el abanderado presidencial.

Ricardo Anaya y su equipo reviran y sostienen que no hace nada que quienes lo critican no hayan hecho en las diferentes posiciones que han ocupado. “Autopromocionarse” como primera dama, y ahora en su calidad de ex, una; y el otro, como gobernador de Puebla.

Pero éste es sólo un frente.

Ricardo Anaya y su gente enfrentan también una rebelión de senadores calderonistas. La encabeza Ernesto Cordero. Lo acompañan Javier Lozano, Roberto Gil Zuart y dos más.

Entre ellos lo menos que se han dicho en el cruce de fuego es que son panistas. Los afines a Anaya aseguran que los calderonistas se han aliado al PRI, que son “batos esquiroles” y “traidores”, y amagan con expulsarlos del partido.

Los calderonistas califican a Anaya de dictador peor que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Y Cordero, ahora presidente del Senado con apoyo y por estrategia del PRI, asegura que Ricardo Anaya aplica en el partido una política de “exterminio”… casi casi como en la Alemania nazi.

Son días de confusión en el PAN. Días en los que el prestigio de partido bien portado se fue al cesto de la basura. Días en los que las buenas formas fueron sustituidas por las patadas bajo y arriba de la mesa, son días de descontón.

Y desde la tribuna, sus adversarios políticos se congratulan del zafarrancho que hará, es previsible, que correa sangre blanquiazul.

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