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Cultura

‘Tiempo sin pulso’ parte de cómo la violencia en el país impacta la sexualidad en jóvenes: Bárbara Ochoa

Foto: José Juan de Ávila

Tuvieron que pasar tres años desde su presentación en el Festival Internacional de Cine de Morelia para que Tiempo sin pulso, el extraordinario filme de Bárbara Ochoa Castañeda tuviera su estreno comercial y en el circuito cultural que tiene siempre como punto de partida la Cineteca Nacional.

El filme, dice su directora en entrevista previa al lanzamiento, empezó por una preocupación sobre la asexualidad en jóvenes y por investigar la repercusión de la violencia en el país en sus vidas sexuales.

Apoyada en actores maduros como Carmen Beato, Rubén Pablos, Gastón Melo y de varias jóvenes revelaciones, en particular del protagonista Andrés Lupone, y Alejandra Cárdenas, Paola Frías y María Deschamps, Ochoa Castañeda (1981) logra un fresco sobre la vida que los jóvenes viven en otra parte —parafraseando a Milan Kundera—, inmersos muy a su pesar en un contexto de tragedia.

Tiempo sin pulso aborda el ocaso de una familia de clase media alta que ha perdido al hermano mayor en un accidente y cuyos integrantes simplemente se encierran en sí ante la tragedia, mientras en el exterior asoman tragedias humanas a mayor escala, como los asesinatos y desapariciones de los normalistas de Ayotzinapa en la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.

Ochoa Castañeda comparte generación y preocupaciones estéticas y sociales con otras cineastas como Kenya Márquez, Lila Avilés, Natalia Beristain, Tatiana Huezo y Alejandra Márquez Abella para poner a la cinematografía mexicana en ficción y documental en una muy buena época inédita.

En entrevista, la cineasta desmenuzó algunas de sus preocupaciones plasmadas en el filme, al igual que tres de sus protagonistas, Andrés Lupone, Carmen Beato y Alejandra Cárdenas.

–Además de dirigir, usted escribe el guión. ¿De qué parte el guion como Tiempo sin pulso, una película con mucha profundidad y lecturas?
–El guion surge a partir de una investigación que hice para un documental sobre asexualidad y después me interesó investigar en una ficción las razones por las que estos jóvenes pudieran negarse a vincularse con otra gente a nivel sexual; me interesaba contar una historia donde la sexualidad fuera la premisa, que la sexualidad es irreprimible, y en un contexto familiar. Así surgió la historia de Bruno, que se encuentra en este momento de estancamiento y que no puede disfrutar de su sexualidad, pero bueno es una película esperanzadora, donde este joven de 18 años logra reconectar con la función de vida.

–Hay muchísimas alusiones políticas y sociales en su película, que en apariencia no tienen nada que ver con la familia, con la tragedia que vive, ¿por qué esas alusiones?
–Me interesaba contar la historia  de Bruno y su familia en un contexto del México actual, porque siempre me preguntaba cómo podía impactar a los jóvenes lo violento del país, por un lado los desaparecidos, por otro lado, los constantes muestras de violencia que ven nuestros jóvenes y toda la población de México, me preguntaba cómo podía afectar esto a niveles más íntimos y personales. Los jóvenes pueden vivir con miedo y ese miedo se puede traducir a un nivel de cómo viven su sexualidad a un nivel de cómo viven sus vínculos sociales.

–Hay un paralelismo entre la historia del hermano fallecido en un accidente con una de las víctimas de los normalistas de Ayotzinapa, Julio César Mondragón, que uno descubre con la dedicatoria. Platíqueme sobre ello.
–La intención nunca fue vincular esto directamente, el accidente del hermano es una cosa. Pero me interesaba contextualizar la historia de esta familia en un momento dado y me parecía que había que mencionar la terrible historia de Mondragón; no están ligados directamente la historia y el contexto, pero sí tiene que ver cómo la violencia puede influir en la existencia de todos los jóvenes en México.

–El paralelismo que yo veo es que maneja usted la tragedia familiar y personal con una tragedia social y nacional; el caso de cuando Bruno ve la portada con el desollado, eso es una referencia muy elocuente de esto.

–Exactamente, había una búsqueda por situar cómo lo vemos nosotros todos los días, estas revistas con cuerpos femeninos que mercantilizan lo sexual, al lado de estas imágenes tan fuertes como es ese rostro desollado de Mondragón. La idea era poner lado a lado estas imágenes y ver cómo impactan en este caso a Bruno, que tiene un problema con la forma en la que vive su sexualidad y lo que pasa a su alrededor.

–Hay una variedad de personajes, cómo fue el trabajo con los actores, en especial con gente muy joven, que en mi opinión lo hicieron de manera espléndida.


–Muchas gracias. El proceso de casting fue muy largo, porque encontrar el personaje de Bruno me costó mucho trabajo. Al hacer casting con actores jóvenes me parecía que no daba con el tono correcto, entonces cuando encontré a Andrés Lupone, que nunca había actuado, me parecía mejor que fuera parecido al personaje y que no estuviera actuando en sí, sino que estuviera trazando lo de su vida propia y así aportando al personaje de Bruno. El trabajo fue muy rico y muy largo, sobre todo con Andrés, un poco para discutir que ese personaje no viviera su sexualidad como normalmente lo haría un chico guapo de 18 años; y también con la cámara, él nunca había estado en la presencia, en situaciones íntimas como íbamos a trabajar y sobre todo con un crew. También nos ayudamos mucho de Carmen Beato, que interpreta a la madre, para encontrar un tono que ayudara a estos no actores, y a las actrices que tenían poca experiencia para encontrar el tono correcto.

–¿Por qué el título?

–La película tiene ese título Tiempo sin pulso porque hace alusión a este momento dado en este grupo familiar y en Bruno. Para mí es un momento en que hay cierta estaticidad, cierta quietud, pero luego van a poder salir adelante, es un tiempo en concreto, un tiempo sin pulso.

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Los protagonistas de Tiempo sin pulso, Carmen Beato, Andrés Lupone y Alejandra Cárdenas, también refieren sus experiencias en esta película con fotografía de Sebastián Hiriart, edición de Miguel Salgado; música original de Pablo Chemor, diseño de arte de Alejandro García, diseño de sonido de José Miguel Enríquez y Eduardo Villarreal, y producida por Ixchel Coutiño, Bárbara Ochoa y Sebastián Hiriart.
 
–Cuando les presentaron el guion, ¿qué opinaron de sus papeles?

Carmen Beato: A mí me encantó el guion, me gustó mucho el personaje, era un personaje complejo, una madre que pierde un hijo y que está en plena tragedia; enturbia la vida de los demás, porque está sumergida en su duelo, porque no puede más, deja el trabajo, está llena de rencor de coraje, echa culpa a los demás, esto no permite que los otros no puedan tener un mínimo de felicidad, la escena donde están todos cenando apenas sale algo de humor, ella le da coraje, le da rabia, como puede seguir el mundo si él no está. Lo que más me gustó de esta película fue el trabajo con la directora, me pareció una directora muy atinada, muy detallista, cuidaba mucho que no estuviera excitado, emocionadamente, cada escena como que tuviera una partitura emocional diferente, pues el tipo de cine que me interesa.

Foto: José Juan de Ávila

Andrés Lupone: Como dijo Carmen, Bárbara fue una directora muy, muy sensible, estaba buscando crear esa atmósfera, más que replicarla en el set. Mi reto más difícil en esta película fue no expresar ninguna emoción ante nada, y como casi no hay diálogos, era llevar todo casi con las miradas, eso fue un reto medio difícil, pero Bárbara lo logró muy bien.

Me enteré de qué trataba realmente la película hasta la dedicatoria final, ahí se me cambió la película. Tú ahí tienes un hermano que murió por accidente, pero hay una simbología en ello. ¿Cómo lo abordaste tú para interpretar a Bruno?

Andrés Lupone: Si tuviera que metaforizarlo sería en vendas, Bruno es alguien que vive en vendas, como se ve en una parte de la película; a pesar de tratar de reprimir sus deseos sexuales, él necesita vendas porque de repente sí siente cosas y no entiende por qué puede sentir cosas. Y también tiene que reemplazar a su hermano que murió, él se siente en parte responsable de que haya muerto y está tratando de cargar su vida: él se mete a su carrera, empieza a vivir básicamente la vida que su hermano quería vivir y Bruno no existe en ese momento, nada más está encarnando la idea de lo que su hermano pudo haber sido.

Alejandra Cárdenas: Para mí el reto fue porque Bárbara me buscó porque bailo ballet clásico originalmente, hacía ballet en el personaje; pero me quedé y Bárbara me dijo que la danza fuera contemporánea, y yo nunca había bailado danza contemporánea, pero el trabajo con Bárbara y con mi coreógrafa, Gaby fue la verdad súper atento, estuvimos en trabajo de mesa un mes y yo estuve haciendo a la par trabajo para danza. Y yo creo que ese fue el reto para mí: expresar lo que Bárbara quería a través de la danza.

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–¿Cómo resumirías lo que la directora quería de ti?
Alejandra Cárdenas: Al personaje de Elisa lo veo como el confrontamiento como tal. Es el punto donde Bruno no puede ver hacia otro lado y tiene que enfrentar esa represión, en todos los sentidos.

Carmen Beato: Hicimos mucho trabajo de mesa. Yo personalmente me juntaba con ella y pasábamos escena por escena, y eso se agradece mucho, en mi formación, en el CUT (Centro Universitario de Teatro) trabajábamos así el teatro, no es que apréndetelo y nos vemos en el set, no, se hizo un trabajo de mesa, de análisis, de reflexión.

–¿Cómo trabajó como actriz asumir todos esos roles ante los otros personajes?

Carmen Beato: Más que relacionarse, ella está ensimismada, está en ella, ella se relaciona a través del reclamo del coraje o de culpa, hacer que los otros se sientan culpables, se empieza a relacionar a partir de que empieza a sacar las cosas de su hijo, bueno ya se termino, vamos a empezar a levantar el vuelo otra vez.

–Usted mencionaba que el mundo sigue, pero al final hay muchas referencias sobre lo que realmente trata la película, que es la violencia en México, sale lo de Ayotzinapa, el desollado, que es Julio César Mondragón, ustedes lo reciben en la película como un bombardeo, y así lo recibimos los mexicanos siempre. ¿Pueden darme su opinión sobre este contexto del que no podemos salir?

Carmen Mondragón: Es la historia de la familia y paralelamente lo que vivimos siempre en México, que cómo nos afecta, pero la madre era una académica que era  comprometida, que daba clases, y en el momento que muere su hijo es como una pausa en todo, que ni siquiera se involucra, de hecho  la hija mayor, que es comprometida, le reclama y no se lo permite.
Andrés Lupone: Esta pelicula tiene que ver mucho con la responsabilidad y las consecuencias y los hechos y acciones sobre los demás. Así como esta familia tuvo una pérdida por un accidente, lo de Ayotzinapa no fue accidente, fue algo planeado. Y el hecho de que la muerte haya causado tanta tragedia en esta familia, lo cegó para abrir los ojos de que hay gente que sí murió, pero no por accidente. Y Bruno al final se da cuenta de eso por esta chica que lo mete ahí, pero él ni siquiera quería ir a las marchas, no tenía ni idea de eso. Creo que lo metió Bárbara porque en ese momento estaba muy presente el tema y es algo de lo que no podemos ignorar por más que haya una tragedia en nuestras vidas, que pasan esas 43 tragedias en una noche y eso es casi como todas las noches en este país.

Alejandra Cárdenas: Un poco lo que dice Andrés, era algo que estaba muy presente al momento del rodaje y que no se había hablado tanto en ese momento. Pasándolo un poco a la historia, creo que la violencia se representa de diferentes maneras, la violencia externa, lo que está pasando en México y la violencia que tiene cada personaje con la familia porque es un tipo de violencia lo que pasa en la familia de Bruno y es la violencia de lo que se está haciendo Bruno, reprimiéndose tanto. Creo que esa es la representación, un poco la violencia que hay en México y la que hay en un núcleo familiar.


–¿Qué fue lo que más les gustó de  Tiempo sin pulso?


Carmen Beato: A mí me gustó  es que hay verdad, y cuando suceden las cosas de verdad, interesan, a veces cuando ves a un actor que no hay diálogo pero están sucediendo cosas adentro, te interesa quieres saber qué pasa, no te distraes, a mí en lo personal eso me gustó, sí se logró, al menos en las escenas que me tocaron, sí fue verdad.
 
Andrés Lupone: A mí me gusta mucho de esta película que trata el tema de la responsabilidad y de lo relativo que puede llegar a ser eso. Bruno se siente responsable por la muerte de su hermano, a pesar de que hay sido un accidente, y lo lleva a un nivel en el cual él carga casi como si hubiera sido un homicidio, y como algo tan relativo como un accidente puede hacer que alguien se sienta responsable de la muerte de los demás y también cómo en la familia ese peso cada quien lo trata de manera diferente, pero aun así por cómo lo tratan son responsables de lo que está pasando en la casa. La madre por no querer soltar esto, entonces los demás en la casa están en un ambiente muy triste y el papá está un poco de negación.
Alejandra Cárdenas: Probablemente la intimidad que se crea, con el público, con quien sea que se está viendo la película. Y comparto con Carmen la verdad, creo que está bien retratado el duelo, todos estos detalles por ejemplo de guardar la ropa, son súper importante, y de verdad representa no sólo limpiar un cuarto, sino un estado emocional y una superación. La verdad y la intimidad que se crea.

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