Sheinbaum llega a su Primer Informe entre una aprobación histórica y el asedio de Trump

Siendo la primera mujer en la historia de México en dar un Informe de Gobierno como presidenta, la morenista Claudia Sheinbaum Pardo llega a la cita constitucional, aunque apenas con 11 meses de administración, con una aprobación histórica, pero también bajo el asedio de Donald Trump en diferentes frentes.

La mandataria federal que proviene del movimiento de la Cuarta Transformación, y que una vez que tomaron el poder en 2018, su antecesor Andrés Manuel López Obrador impuso un nuevo régimen de gobierno en el país en el que puso en el centro a los más pobres del país y dejó de lado a las élites siempre favorecidas, y que por ello alcanzó cifras muy altas de aprobación ciudadanas, ahora la primera mujer presidenta ha seguido esta fórmula que la ha hecho desbancar a su también mentor político en el respaldo ciudadano que tiene su gobierno.

De acuerdo con las más recientes encuestas realizadas, destaca la de Consulta Mytofsky de agosto que a unos días de ofrecer su Primer Informe de Gobierno, este día 1 de septiembre como lo dicta la Constitución, tiene una aprobación como mandataria y sus decisiones de Presidenta de 71 por ciento de la población.

Esta aprobación de 71 por ciento que no es la más alta que ha logrado, pues en febrero alcanzó un respaldo histórico de 85 por ciento, sí representa la más alta conseguida por algún presidente de la República en su primer año de gobierno. En el caso del priista Carlos Salinas de Gortari, este llegó con una aprobación de 70 por ciento; el caso del también tricolor Ernesto Zedillo Ponce de León fue histórico, pero por ser la más baja al conseguir solo 36 por ciento de aval a su administración a un año de haberla iniciado.

El panista Vicente Fox Quesada, por su parte, alcanzó una aprobación de 62 por ciento, así como su sucesor también de Acción Nacional, Felipe Calderón Hinojosa, llegó a su primer informe con el respaldo de sólo el 66 por ciento de los mexicanos; en tanto que el priista Enrique Peña Nieto alcanzó un aval de 56 por ciento y finalmente Andrés Manuel López Obrador llegó con el 61.8 por ciento a su primer informe de labores, aunque con el paso de los años el aval de la gente fue variando, la mayoría de los meses al alza.

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Como ella misma lo ha señalado, la presidenta ha hecho de su gobierno una administración cercana al pueblo de México —como lo hacía López Obrador— porque asegura que el pueblo le da fortaleza para seguir trabajando en su beneficio, para tomar decisiones difíciles de gobierno y presentarse como la Jefa de Estado ante el mundo y principalmente en las negociaciones que sostiene con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en sus afanes expansionistas.

El tema de Donald Trump ha sido el principal reto y ‘dolor de cabeza’ que ha tenido que enfrentar la mandataria durante los 11 primeros meses de su gobierno —octubre 2024 / agosto 2025— porque se ha puesto a prueba la economía nacional, como la seguridad y la soberanía misma, debido a que al republicano lo mismo se le ocurre imponer aranceles a las mercancías mexicanas, como ofrece “apoyo” para acabar con los cárteles de la droga o cambia el nombre del Golfo de México, zona donde del lado mexicano existen yacimientos petroleros importantes.

Desde febrero, apenas 13 días de haber regresado a la Casa Blanca, Donald Trump se lanzó contra México imponiendo el 25 por ciento de aranceles, los cuales la presidenta mexicana logró pausar apenas dos días después, el 3 de febrero, al sostener su primera llamada de negociación y que a la postre logró cancelar al reconocerse el T-MEC, es decir, para que las mercancías mexicanas que entran dentro del tratado sigan cruzando la frontera sin pagar ningún impuesto. Antes, habían tenido dos previas, una de ella hacia él para felicitarlo por su triunfo electoral el 6 de noviembre y una el 27 de noviembre para dialogar sobre seguridad.

El 12 de marzo, la presidenta tuvo que enfrentar un nuevo embate por parte de Trump que entonces impuso un arancel de 25 por ciento para el acero y aluminio, impuesto que pese a las negociaciones del gabinete mexicano a través de mesas de trabajo que han sostenido en Washington con sus similares, no han podido eliminar. A ello, se suma el impuesto también de 25 por ciento que impuso a la industria automotriz y que tampoco ha quitado, aunque ha hecho unas excepciones en las piezas de los automóviles que han sido fabricadas en Estados Unidos o en cualquier país de Norteamérica. Esto después de las quejas que tuvieron firmas estadounidenses como Ford, General Motors y Stellantis, que tienen plantas en México.

Pero estos aranceles no son los únicos con los que Donald Trump asecha a México, pues los jitomates nacionales también sufrieron la imposición de un arancel de 17.09 por ciento por presuntamente por prácticas de dumping, es decir, porque presuntamente los productores mexicanos vendían a precios inferiores a los del mercado estadounidense.

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A ello se le sumó el cierre de la frontera al ganado de pie que se exporta a Estados Unidos, por la plaga del gusano barrenador, que de acuerdo con el gobierno de México, pese a estar “controlado” la administración Trump insistía en mantener cerrada su entrada por “cuestiones políticas”, por ello se estableció un comité técnico para evaluar la situación. Finalmente se reabrió el 7 de julio de forma escalonada. Se concluirá con la reapertura de todas las garitas el 15 de septiembre de este 2025.

A todo ello, se agregó el conflicto iniciado por la contaminación del Río Tijuana que derivó también en la creación de una mesa de alto nivel con especialistas de ambos países con la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) para limpiar las aguas de ambos países con la aportación económica para construir proyectos de infraestructura hídrica y saneamiento que darán soluciones al tema. La inversión será conjunta por 693 millones de dólares.

Pero quizá el tema de mayor preocupación para la presidenta Claudia Sheinbaum que ha enfrentado durante estos primeros 11 meses es la idea expansionista de Donald Trump hacia México, pues con el pretexto de combatir los cárteles de la droga ha querido enviar militares a nuestro país.

El 19 de febrero pasado, el republicano designó como “terroristas” a los grupos del narcotráfico mundial, entre ellos cinco organizaciones mexicanas. Seis meses después, el 8 de agosto, firmó un decreto con el que ordena a su ejército a combatir a estos cárteles en territorio extranjero. Ante ello, Sheinbaum Pardo siempre se ha posicionado en contra de cualquier tipo de injerencismo estadounidense en México. por ello, fue más allá, y fortaleció la legislación nacional para defender la soberanía nacional y reiteró que “con EUA hay coordinación, no injerencismo”.

Recientemente, la presidenta reveló que el presidente Donald Trump le ha ofrecido su “ayuda” para combatir a los cárteles de la droga con el envío de elementos estadounidense, propuesta asegura ella ha rechazado, porque indicó que jamás pondría en riesgo la soberanía. Este mismo tomo la presidenta lo ha usado para responder específicamente a la Administración para el Control de Drogas (DEA), quien ha afirmado que junto a México tienen operaciones en territorio nacional. Ante ello, la mandataria ha señalado que la actuación de agentes extranjeros está regulada, que no lo olviden.

Otra de las formas en que ha tratado de intervenir, ha sido cambiando el nombre del Golfo de México por Golfo de América, aunque finalmente se limitó a declarar de esta forma a su Plataforma Continental, ante los reclamos de México. Acción por la que el gobierno federal también mantiene una demanda contra Google Maps por haber cambiado el indicativo a todo el Golfo y no solo a la plataforma estadounidense.