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Olga Sánchez Cordero se reporta “enferma” y evita discusión de reforma judicial

Olga Sánchez Cordero se reporta “enferma” y evita discusión de reforma judicial
Foro: @M_OlgaSCordero

La ministra en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y diputada federal de Morena, Olga Sánchez Cordero, se reporta “enferma” e informa que no podrá estar en la sesión de discusión de la reforma al Poder Judicial de la Federación (PJF) del que fue parte durante muchos años.

A través de sus redes sociales, la también exsenadora de la bancada guinda, que en su conjunto ha acordado avalar la reforma enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el pasado 5 de febrero, aseguró que su cardiólogo decidió hospitalizarla después de que ayer tras las reuniones que sostuvieron en San Lázaro se empezó a “sentir mal”.

La exsecretaria de Gobernación de López Obrador dijo “lamentar” no poder estar presente en la sesión que se preveía discutir en lo general y este miércoles en lo particular, pero que luego de las manifestaciones que bloquean los accesos al palacio legislativo de San Lázaro y de la sede alterna en la Magdalena Mixhuca se ha decidido que sea una sesión hasta que se agote y avale el dictamen de reforma.

“El día de ayer, tras las reuniones que tuvimos en la Cámara de Diputados, comencé a sentirme mal. Hoy muy temprano acudí a consulta con mi cardiólogo, quien decidió hospitalizarme, en virtud de la cirugía de corazón abierto que tuve hace tiempo. Lamento no poder participar en los trabajos legislativos. Hago votos porque se encuentren las vías de diálogo y consenso”, escribió la diputada plurinominal.

La legisladora que ayer anda muy activa en la Cámara de Diputados, recordemos, que desde el inicio que se conoció la reforma judicial estuvo en desacuerdo porque los jueces, magistrados y ministros —como ella lo fue— puedan ser electos por el voto popular directo en urnas porque consideró que “es un tema que preocupa, imagínense los despachos de abogados financiando campañas políticas de los jueces, entre otras cosas, el conflicto de interés”.

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En mayo pasado, cuando aún era senadora, también plurinominal, la ministra en retiro enfatizó que ella no estaba de acuerdo porque le parecía que debían llegar al Poder Judicial personas “capacitadas” y no que fueran electos de forma popular.

“Yo estoy convencida de que quienes deben llegar deben ser gente altamente capacitada para hacerlo; estoy convencida también de la carrera judicial, de la inamovilidad como una garantía institucional de los juzgadores y de que tenemos que hacer una reforma”, refirió en una seminario que dictó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México el 7 de mayo pasado, cuando también afirmó que veía “poco probable” que la reforma enviada por el presidente se materializara al inicio de esta legislatura de la que forma parte.

E incluso la semana pasada, propuso algunos “ajustes” al grupo de estudio que se formó sobre la reforma judicial. Asimismo, criticó que hubiera “excesos” al reformar la Constitución porque no tienen que reglamentarse ahí, sino que podrían ponerse en las leyes secundarias.

“Me acaban de decir que hasta el promedio de 8 de sus escuelas. ¿Qué hace el 8 de promedio en una Constitución? Eso es un claro ejemplo de lo que no debería ir en la Constitución. Hay cosas también que pueden desarrollarse con mucho más dinámica, como las cartas de recomendación qué piden”, dijo.

Sin embargo, reconoció que hay dos puntos que no se modificarán en la reforma judicial que son la elección por voto popular y la desaparición del Consejo de la Judicatura Federal (CJF).

“Son irreductibles dos cuestiones: la desaparición del Consejo de la Judicatura, eso es lo irreductible para el presidente y para la presidenta electa y, por otro lado, la elección de jueces; entonces lo que queremos ver es quiénes van a llegar a ser electos”, indicó.

Este episodio de una repentina afección de salud de la exintegrante del Poder Judicial, donde además trabaja su hija, es parecido a la ocurrida en el ya lejano 2003 con el entonces presidente Vicente Fox Quesada, que cuando tenía que votar por mostrar o no su respaldo a la emprendida guerra de Estados Unidos contra Irak de George W. Bush también se enfermó.

Entonces, el panista argumentó que le habían detectado una hernia discal de la columna vertebral que lo llevó a ser hospitalizado en el Hospital Central Militar, lo que le evitó enfrentar a su homólogo estadounidense y darle su apoyo como presuntamente habían acordado previamente, según dichos del propio Bush.

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