Avicii: Cuando la fama y la fortuna agobian

La muerte del famoso DJ sueco Tim Berling, Avicii, sorprendió a muchos de sus fans, pero no tanto a quienes convivían con él.

La vida de alguien que logra el sueño de millones no siempre es de ensueño. La riqueza y la fama no conllevan la felicidad, al menos eso parece aplicarse al caso del DJ recién fallecido en el puerto de Mascate, Omán.

En un documental de reciente manufactura se da cuenta de un hombre literalmente agotado no sólo por una carrera meteórica que le dejaba muy poco tiempo para sí, para literalmente desconectarse, sino por una serie de enfermedades que lo acosaron.

Sus palabras profetizaban: “Me convertí en DJ gracias a mi dedicación total, iba a muerte. Siempre lo he dado todo. Siempre he querido más y más”.

En Avicii: True Stories, estrenado el 26 de octubre de 2017, el joven compositor declara: “Durante los cinco primeros años, todo fue genial porque es cuando despegas, como si saltases de un avión. Notas el subidón porque cada vez que mezclas sientes que te mueres y cuando estoy en el escenario al mezclar me siento especial, que conecto con la gente, siento que me aceptan”.

Avicii significa el nivel más bajo del infierno budista

El cansancio de Avicii puede ser ilustrado con las tribulaciones de la niñera Varka, personaje del cuento Ganas de dormir, de Anton Chéjov, una muchacha de unos 13 años, quien está obligada a cuidar y mecer la cuna en la que está acostado un niño y canturrea con voz apenas audible, pese al gran cansancio que la agobia.

Abordo de su avión privado el joven rubio viajaba por las ciudades más estridentes y los lugares más distantes, que cuando aterrizaba en Estocolmo, donde se encuentra su barrio, se sentía extraño.

Su círculo cercano sabía de sus problemas de salud. Le estalló la apéndice, pancreatitis, ocasionada en parte por el consumo de alcohol al que Avicii recurría para animarse en el escenario, y por último la vesícula, cuyo dolor lo obligaba a atiborrarse de analgésicos.

Avicii dejó de beber y no se autosaboteó como lo hizo Amy Winehouse, quien solía salir ebria al escenario para forzar la cancelación de sus presentaciones, pero el descanso buscado en su casa de Malibú llegó tarde.