¡Qué espectáculo…!
¡Qué Espectáculo…! #64
Durante la pasada semana escuchamos, leímos y vimos las distintas opiniones de lo que ha significado hasta ahora el #MeToo, sobre todo por la muerte de músico Armando Vega-Gil, el 1 de abril.
Pues bien, dicen que las drogas destruyen, ahora habría que agregar a las redes sociales.
Es cierto que la mujer, no, cualquier persona tiene el derecho de denunciar a quien atente contra su patrimonio y persona, pero tiene que ser eso, una denuncia ante la autoridad correspondiente. De lo contrario es un chisme que repercute en la reputación del acusado.
Se dice que no se hacen las denuncias porque se revictimiza al denunciante o de plano la justicia es nula, por lo que la mejor solución es hacerlo vía redes y que sea “lo que Dios diga”.
Sin embargo, esta nueva forma de juicios sumarios se ha convertido en una ventana para, incluso, hablar de mujeres engañadas y otras tantas frivolidades que nada tienen que ver con lo que se trata el #MeToo, y con ello mostrar que los famosos “filtros” de quienes mueven este movimiento por los cuales pasa la “información” no son rigurosos sino rigoristas.
Culpar a alguien, quien sea, de actos de pederastia, abuso sexual o cualquier intento de tocamiento es muy grave, pero más grave aún es hacerlo sin saber qué tipo de pruebas hay, porque, y seamos sinceros, a quienes siguen el #MeToo les vale un bledo si las hay o no, mientras esté publicado es verdad y nadie los sacará de ahí.
Lastimar la reputación de alguien también es un delito, por tanto, quienes difundan información respecto de haber sido víctimas deben tener cuidado, porque si bien es cierto la ley protege a las mujeres, algo que debe ser así, también castiga a quienes por venganza o simplemente porque le cae mal una persona se dedica a inventar fantasías con tal de hacer daño.
Por supuesto que dirán “¡aquí está otro macho!”, pero no, pues como el feminismo extremo, el machito es de las figuras que deben desaparecer porque está visto que los extremos si se atraen, lamentablemente para mal.
Otro efecto del #MeToo son todos aquellos que se colgaron de la muerte de Armando, incluso hasta algunos “apantallapendejos” ¡ofrecieron entrevistas! para mostrar que eran “grandes amigos”, y en el colmo de la incoherencia, las mismas que lo acusaron publicaron fotitos en las redes sociales.
Dirigir, enviar testimonios y acusar en una iniciativa como esta es un gran compromiso, quien sea culpable de lo que se le acuse tendrá que pagar el pecio, pero antes de llevarlos a la hoguera, muestren que ya fueron denunciados y que sólo se trata de informarlo y no hacer de algo tan importante un vil y simple chisme de las antiguas redes sociales que seguramente muchas no conocieron pero que solían llamarse “lavaderos de vecindad”, en donde el hombre tampoco tenía chance de defenderse y lo sacaban al balcón de lo que las vecinas decían.
Quien desee conocer a Armando Vega-Gil contado por Armando Vega-Gil échele un lente a una entrevista en Milenio, en serio que ahí no hay protagonismo ramplón https://www.milenio.com/cultura/armando-vega-gil-armando-vega-gil-ofrezco-disculpas-creen-mamon
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