Ciencia
¿Qué pasa con nuestro cuerpo cuando morimos?
Al fallecer, dependiendo de las creencias o no creencias, los cuerpos son sometidos a diferentes ritos funerarios, desde la cremación hasta el embalsamamiento, con el fin de dar un propio adiós a los seres queridos.
Empero, ¿qué ocurre cuando el cuerpo se descompone de manera natural?
Suponemos que has escuchado acerca de la descomposición, un proceso lento, pero que generalmente ocurre con los cuerpos bajo condiciones naturales o incluso en tumbas poco profundas.
Por medio de la descomposición los componentes orgánicos del organismo se separan gradualmente para convertirse en elementos más simples; por lo cual no es lo mismo a la putrefacción.
Bien, al ser un proceso lento, la descomposición se divide en varias etapas: livor mortis, rigor mortis y algor mortis.
En el momento en el que el corazón deja de latir, y por lo tanto deja de bombear sangre, ésta comienza a coagularse y a acomodarse a causa de la gravedad; aquí es cuando inicia la primera etapa.
Veneno de alacrán mexicano, fuente para industria farmacéutica
El livor mortis, o la lividez post mortem, se observa cuando, debido a la falta de circulación sanguínea, el cuerpo comienza a verse muy pálido y ceniciento. Esto inicia aproximadamente una hora después del fallecimiento y puede continuar hasta por 12 horas.
Después llega el rigor mortis. En esta fase el cadáver pierde temperatura y los músculos se endurecen. Esto comienza entre 2 y 6 horas después de la hora de muerte y puede durar entre 24 y 84 horas; esto dependerá de las condiciones en las que esté el cuerpo. El frío es una de las variables que podría ocasionar que esta etapa se alargue. Terminado el rigor mortis, los músculos se vuelven flácidos y flexibles nuevamente.
Por último, el algor mortis. Cuando el cuerpo deja de regular su temperatura interna y dependerá del ambiente la rapidez con la que inicie, ahora sí, la putrefacción.
Todos estos cambios ocurren porque las células comienzan a morir debido a la falta de oxígeno en el cuerpo, lo que genera que se libere toda clase de sustancias (como enzimas) generando un ambiente ideal para la proliferación de bacterias y hongos, los cuales colaboran con la descomposición de la materia orgánica.
El olor desagradable de los cuerpos, en este caso, proviene directamente de las bacterias que ayudan al proceso: la putrescina y la cadaverina. Son las responsables del olor a carne podrida.
Cerca de tres días después de la muerte, los gases emanados por el cuerpo comienzan a acumular bacterias, y como el cuerpo ya no cuenta con células inmunes que las combatan; éstas inician a disolver los tejidos. Estos gases, más otros emitidos por los microorganismos son los que provocan que el cuerpo se hinche.
Estos mismos gases son también los responsables del color verdoso que toma la piel después de un tiempo cuando el sulfuro de hidrógeno reacciona con la hemoglobina contenida en la sangre, dando como resultado un pigmento verdoso.
Así pues, tras la vulnerabilidad de los tejidos, una vez vivos, ante millones de bacterias y hongos, éstos comienzan a perecer dejando al final únicamente el esqueleto.
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