Internacional
Rebelión de los pañuelos verdes: la lucha por la despenalización del aborto en Argentina
Por Carlos Carrizales y Miguel Teposteco
Columnas verdes de humo se levantaron sobre una multitud que cantaba. Cientos de chicas salieron a las calles de Buenos Aires y casi todas alzaron pañuelos del mismo color y gritaron el 20 de febrero: «¡Aborto legal ya!» ante el Capitolio, en donde hoy se intentará redefinir los derechos de natalidad de las mujeres argentinas.
«Argentina tiene un debate pendiente, tiene una deuda con la democracia», puntualiza una joven en la marcha, entrevistada por CiberCuba, rodeada de otras de sus compañeras. Algunos carteles dicen «ABORTO LEGAL ESTALLIDO GLOBAL» y «LAS RICAS ABORTAN, LAS POBRES MUEREN». Es la muestra de un debate que ha dividido a la sociedad argentina, y que incluso en la euforia por el Mundial acaparó la agenda del país sudamericano.
Hoy se reaniman las marchas y ahora son miles de chicas; algunas de ellas vestidas como las mujeres de El Cuento de la Criada, serie basada en la obra de la escritora Margaret Adwoot, quien el 11 de julio apoyó al movimiento de la marea verde con una carta en la que aseguró que el prohibir el aborto: «Es esclavitud: es reivindicar poseer y controlar el cuerpo de otra persona, y sacar provecho de eso». A este pronunciamiento se unió otro icono de la defensa de los derechos de las mujeres, Judith Butler, una de las más famosas autoras de estudios de género: sonrió en una foto con un pañuelo verde entre las manos.
Este miércoles se discute el que el embarazo pueda ser interrumpido a nivel federal, con un límite de hasta la semana 14 de gestación. La decisión estaría en la mujer y no tendría que estar sujeta a otras condiciones, como si peligra su vida o si el feto es producto de una violación.
Ya en 1921 se abrió en Argentina un marco legal para la interrupción del embarazo bajo ciertas condiciones, permitiéndose en dos casos: cuando la vida de la mujer o su salud están en peligro, o cuando el embarazo es producto de un abuso a una mujer con discapacidad. Irónicamente, en ese momento Argentina fue uno de los primeros países en aprobar el aborto en algunos casos.
Casi un siglo después, en 2012, se agregó otro causante a la lista: aborto por violación. No obstante, aún ha habido varios problemas con la aplicación de esta ley, pues aunque la Corte Suprema de Justicia en su momento exhortó al Estado, en todos los niveles, a que sancionara protocolos hospitalarios que garantizaran el acceso de las mujeres a los abortos no punibles, muchas jurisdicciones aún no han acatado el pedido de la Corte. De la misma forma, muchos médicos han alegado razones de conciencia para no practicar los abortos permitidos.
Decisión histórica
Dependiendo del “sí” o del “no” del Senado, el país albiceleste se unirá junto a México, Cuba y Uruguay en la lista de países latinoamericanos en los que el aborto es legal en todas sus causantes, o verá una inmensa marea verde de mujeres listas para dar batalla e increpar a los hombres que se negaron a ver un problema de salud pública y atenderlo.
Acorde con las cifras dadas por Marcos Peña, ex jefe de gabinete de la gestión de Mauricio Macri, en 2016 murieron 43 mujeres debido a un aborto clandestino, lo que lo vuelve la primera causa de muerte materna.
Cuatro de esas 43 mujeres eran menores de 20 años, otras doce tenían entre 20 y 24 años, ocho entre 25 y 29, en tanto que 19 eran mayores de 30. También, acorde con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en Argentina se practican unos 500.000 abortos por año. De ellos, 450 mil corresponden a abortos clandestinos.
Y esto no es todo: el 17% de las mujeres que se tratan por abortos en los hospitales públicos son menores de 20 años; igualmente, 7 de cada 10 adolescentes que tienen un hijo, admiten que el embarazo no fue deseado. Un 30 por ciento de las jóvenes de entre 15 y 29 años que abandonó la educación secundaria, lo hizo por embarazo o maternidad.
Si el “no” de los Senadores es lo que prima, en los próximos dos años se estima que habrá 174 mujeres fallecidas, y alrededor de 98 mil 500 ingresos hospitalarios por complicaciones de abortos clandestinos. Un pequeño gran genocidio para las mujeres.
Ayer, la contraportada de la versión internacional del New York Times amaneció con un mensaje en apoyo a la legalización, por parte de Amnistía Internacional.
«Queremos enviar un mensaje a los senadores de Argentina: el mundo los está mirando. Está observando para ver si votarán en favor de las mujeres y para poner fin al grave sufrimiento causado por la criminalización del aborto», dijo Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas.
Y efectivamente, hoy todos miran al Sur.
El voto de la Cámara
Y es que ningún debate había polarizado tanto a los argentinos desde que en 2010 se legalizó el matrimonio igualitario.
El 15 de junio se dio uno de los primeros pasos para la aprobación de la ley. La Cámara de Diputados tuvo una votación reñida y maratónica que duró 23 horas. Allí se aprobó el proyecto de ley con 129 votos a favor y 125 en contra, una diferencia mínima que también se haría sentir en las estimaciones sobre la discusión que se desarrolla en el Senado.
Afuera, mujeres de todas las clases sociales y orígenes esperaban en la plaza. Cuando se aprobó, hubo aplausos. Para medios locales como El Clarín, fue una de las grandes victorias de la ola feminista que cruza por Argentina y ha sido visualizado en casi todas las partes del mundo occidental.
«Quizás algunas de las cosas que voy a decir a muchos no les gusten pero un poco la ciencia tiene que ver con eso: producir rupturas de ideas previas», dijo el científico y biólogo Alberto Kornblihtt que sorprendió en redes sociales al argumentar a favor del aborto en el Senado, el 17 de junio, a menos de 15 días de la votación definitiva:
«Algunos opositores a la legalización del aborto han criticado mi exposición en Diputados diciendo que el embrión tiene un genoma único y distinto al de la madre. Y que por lo tanto, es vida humana. El cordón umbilical y la placenta están constituidos por células con ese genoma único…O sea, la madre o mujer gestante tiene en su sangre células de ese genoma único».
https://www.youtube.com/watch?v=rJQC89-oCbg
Por su parte, las expresiones en contra también han encontrado cabida: la iglesia católica argentina presentó su postura en un comunicado después de la decisión en la Cámara de Diputados. El episcopado lamentó que no se hayan encontrado «soluciones nuevas y creativas para que ninguna mujer tenga que recurrir a un aborto».
«Nos duele como argentinos esta decisión», escribieron los obispos en oposición. Asimismo, personajes importantes de la ultraderecha argentina, como el politólogo Agustín Laje, acusaron a las «feministas radicales» de manipular cifras a conveniencia para legalizar «el asesinato de bebés», utilizando una retórica peligrosa.
No obstante, medios locales como El Perfil narran que la sociedad argentina «ya despenalizó el aborto». ¿En qué sentido? En que las encuestas de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la Universidad Nacional de San Martín.
«El dato más sorprendente», menciona el estudio que mide la percepción pública de la legalización del aborto, el 64.9 por ciento de la población se mostró «en contra de quien se haya realizado un aborto deba ir presa». Tal vez la sociedad no marcha tan en contra. Falta que las las leyes le sigan el paso.
A horas de que se dé la definición de la Ley, acorde con información del portal CNN, la votación luce así: 31 votos a favor y 37 en contra, con 2 indecisos y una abstención. Los escenarios claves son principalmente tres:
- Que no tenga los votos suficientes y no haya ley de despenalización. Por tanto, se tendría que someter a una nueva votación hasta el próximo año.
- Que obtenga los votos, y se apruebe el proyecto tal cual salió de la Cámara de Diputados: habría aborto legal.
- Que el proyecto sea aprobado, pero con modificaciones. En este escenario, tendría que volver a la Cámara para una nueva votación.
Los posibles cambios previstos podrían ser el derecho a la objeción de conciencia por parte de los médicos dándoles la opción de negarse a practicar un aborto; asimismo, también podría contemplarse la reducción del plazo legal para interrumpir el embarazo, que se limitaría a 12 semanas en lugar de las 14 originales, o habilitarse la producción pública de misoprostol, medicamento utilizado para interrumpir embarazos.
Si se aprueba el aborto, la decisión será histórica. Así lo han definido medios internacionales, los participantes y actores políticos que han puesto su opinión sobre la mesa. La marea verde está alta y el Congreso debate entre gente que ve el aborto como un «retroceso» en términos legales y principalmente morales, y otra facción que ve en el horizonte una verdadera emancipación política de la mujer, en la esfera más íntima: la decisión sobre sus propios cuerpos.
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