Chispazos
Trump, violencia y la Iniciativa Mérida
El pasado jueves 18 de enero, el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, despotricó de nuevo contra México, su villano favorito. A un año del inicio de su mandato y en medio de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el señor Trump expresó a través de un twit lo siguiente: “Necesitamos el Muro para la protección y seguridad de nuestro país. Necesitamos el Muro para ayudar a frenar el flujo masivo de drogas desde México, ahora considerado el país número uno más peligroso del mundo” (sic). La aseveración de Trump no está, lamentablemente, tan lejana de la realidad, pues aunque México no es el país más peligroso del orbe, ciertamente está viviendo momentos muy difíciles. Sin embargo, como se ha señalado repetidamente, la espiral de violencia iniciada hace una década es consecuencia, en gran parte, de la política exterior de Estados Unidos, particularmente la Iniciativa Mérida.
Antes de revisar los números de la violencia del año recién terminado, sería pertinente desmentir las declaraciones de Trump, pues si bien la ola sangrienta es rampante en México, esta delicada situación aún no coloca a nuestro país como “el país número uno más peligroso del mundo”. Basta tomar el Índice Global de Paz 2017 como referencia, el cual, según su propia definición, “calibra los conflictos nacionales e internacionales en curso, la seguridad y la protección en la sociedad, y el grado de militarización en 163 países y territorios a partir de 23 indicadores”. De acuerdo con este índice, los cinco países con mayor intranquilidad son Siria, Afganistán, Irak, Sudán del Sur y Yemen; y los cinco más pacíficos son Islandia, Nueva Zelandia, Portugal, Austria y Dinamarca. México está, ciertamente, muy abajo, en el sitio 142, mientras que Estados Unidos está en la posición 114, también en la parte baja del listado.
Una vez hecha esa aclaración, es innegable que la violencia y la inseguridad siguieron avanzando durante 2017. Tomemos como ejemplo el rubro de los homicidios dolosos, considerado como delito de alto impacto y que, sin duda, afecta de manera directa a nuestra percepción de inseguridad a través de cruentas imágenes e historias que vemos y escuchamos. Según datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el año pasado cerró con 25,339 homicidios dolosos en todo el territorio nacional, cifra que representa un aumento de 23 por ciento con respecto a 2016. Esta cantidad de homicidios dolosos es la más alta registrada en los últimos 20 años, como se muestra en la gráfica de abajo:
Entre los estados con mayor incremento en homicidios dolosos durante 2017 (ver Mapa), según las cifras anualizadas del SESNSP, llaman la atención Nayarit, con un aumento de 553 por ciento tras pasar de 39 a 255 asesinatos; Baja California Sur, con 192 por ciento y totalizar 560 muertes; Quintana Roo, con 117 por ciento y 359 homicidios; Aguascalientes, con un alza de 107 por ciento y 81 fallecidos; Baja California, con 77 por ciento de aumento y 2,092 muertes; Tlaxcala, con 58 por ciento y 122 asesinados; Puebla, con un avance de 56 por ciento para contabilizar 919 homicidios, y San Luis Potosí, con incremento de 53 por ciento y 469 víctimas.
Como La Hoguera reportó en octubre pasado, hasta septiembre pasado se había registrado un incremento superior a 50 por ciento en las ejecuciones relacionadas con el crimen organizado, en comparación con 2016. En esa nota, Santiago Roel, director de la organización de la sociedad civil Semáforo Delictivo, opinó que el incrementó de la violencia en México está directamente vinculada con la Iniciativa Mérida, el acuerdo para combatir la delincuencia organizada que México y Estados Unidos firmaron en 2008. “Seguimos enfrascados en una guerra estéril que nos han impuesto los Estados Unidos, una guerra que nada resuelve. Sólo hemos atomizado a los cárteles de la droga, son tantos que no sabemos quiénes se compiten la plaza”, dijo Roel. No es algo nuevo: muchas voces a lo largo de todos estos años han señalado la generalización de la violencia y lo inútil que ha resultado la Iniciativa Mérida para frenar al crimen organizado.
Y volvemos, inevitablemente, a Estados Unidos y al señor Trump. Para el presidente de Estados Unidos es muy fácil señalar con desdén hacia el sur. Poco le importa explicar o comprender la violencia en México. Su agenda del Muro y la imposición de sus criterios draconianos-proteccionistas en la renegociación del TLCAN son sus prioridades, y para ello usa todos los recursos a su alcance, comenzando por Twitter, para pintar al demonio —en este caso México— lo más temible que sea posible. Las razones detrás de la violencia en México, sin embargo, son más profundas e intricadas de lo que parecen. Lo que es un hecho es que el gobierno de Estados Unidos está más involucrado en este asunto de lo que el señor Trump quisiera admitir.
* Periodista y consultor con estudios de doctorado en Relaciones Internacionales en la London School of Economics and Political Science.
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