Estados Unidos ejecuta a mexicano en Texas

Esta semana fue ejecutado en Huntsville, Texas, Abel Ochoa Revilla, mexicano encarcelado desde 2003 y que recibió la pena de muerte por asesinar a 5 miembros de su familia en Dallas, en 2002.

Ochoa Revilla, originario de Durango, obtuvo la nacionalidad estadounidense por lo que su proceso, desde el encarcelamiento hasta la pena, fue llevado como tal.

El hombre recibió la inyección letal en la prisión de Huntsville y, de acuerdo a The Marshall Proyect (organización que lleva el conteo de las ejecuciones en Estados Unidos), Ochoa fue la persona mil 515 en ser ejecutada en la nación; la número 579 en Texas; y la mil 336 persona en morir por inyección letal.

Luego de ser detenido, el mexicano confesó el asesinato de su familia y argumentó que este arrebato fue producto de las drogas.

En el año 2000 Ochoa se convirtió en adicto a las drogas, principalmente al crack, según detalló en su confesión a la policía.

«Mi cuerpo comenzó a querer más crack. Sabía que si le pedía más dinero a mi esposa, no me dejaría tenerlo. Sabía que discutiría conmigo sobre el dinero, tal como lo habíamos hecho en el pasado”, detalló.

Dos años después, un domingo de agosto y luego de volver de la iglesia, Abel le pidió dinero a su esposa para comprar drogas. Ella accedió y le dio diez dólares con lo que compró una roca de crack, según los registros policiales.

Luego de fumarlo, Ocho volvió a su casa con una pistola 9 mm, llegó a la sala de estar donde se encontraba su esposa; su hija Anahí, de 9 meses; Bartolo Alvizo, su suegro; y sus cuñadas Alma Alvizo y Jackie Smith.

Tras haber disparado a todos en el lugar, fue a la cocina y disparó cuatro veces contra Crystal, su hija de 7 años.

Sólo Alma sobrevivió al ataque.

A pesar de que el gobierno de México ofreció apoyo a Ochoa, la defensa de éste no recibió el apoyo y continuó su proceso como ciudadano estadounidense.

“El gobierno de México ha manifestado consistentemente su oposición a la pena de muerte por considerarla una de las violaciones más esenciales de los Derechos Humanos, así como una sanción cruel e inhumana que socava la dignidad de las personas”, escribió en una carta el Consulado mexicano en Houston.

A pesar de los intentos diplomáticos, Ochoa fue sentenciado a muerte en mayo de 2003.

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