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Cultura

Muere el espectacular barítono siberiano Dmitri Hvorostovsky

Il Trovatore hvorostovsky
Dmitri Hvorostovsky en 'Il Trovotore' en el Metropolitan Opera, Nueva York. Foto: Marty Sohl/Metropolitan Opera

La ópera se quedó sin Dmitri Hvorostovsky, el grandioso barítono siberiano murió la mañana del miércoles 22 de noviembre en un hospital en Londres, Inglaterra, después de luchar contra el cáncer cerebral, según informó su familia en un comunicado difundido en Facebook.

En nombre de la familia de Hvorostovsky, con pesar anunciamos que murió Dmitri Hvorostovksy, amado barítono de la ópera, esposo, padre, hijo y amigo, a la edad de 55 años. Después de dos y medio años luchando contra el cáncer de cerebro, murió plácidamente esta mañana del 22 de noviembre, rodeado por su familia cerca de su hogar en Londres, Reino Unido. Que la calidez de su voz y espíritu siempre esté con nosotros”, difundió la familia en la red social.

El mundo de la ópera de inmediato reaccionó ante el deceso del célebre cantante de cabello platinado, uno de los primeros en manifestar su pesar fue el tenor mexicano Javier Camarena, que desde Gran Canaria donde ensaya para su próximo concierto de zarzuela.

Vladimir Urin, director del Teatro Bolshoi de Moscú, expresó a la agencia de prensa Interfax que la muerte del célebre cantante “es una pérdida no sólo para Rusia, sino para el mundo”.

Calificó a Hvorostovsky como una de las grandes estrellas mundiales de la ópera, con un timbre de voz de una belleza increíble y de gran musicalidad.

El mes pasado, ya se había difundido la noticia falsa de la muerte de Hvorostovsky, a tal grado que hasta sus compañeros de la MetOpera dieron su pésame por las redes sociales, como la mezzo soprano estadounidense Joyce DiDonato.

Hvorostovsky se inició como solista en 1985 en el Teatro Estatal de Ópera y Ballet de la ciudad siberiana de Krasnoyark, la ciudad donde nació en 1962.

Ganó en 1989 el certamen internacional BBC Cardiff Singer, con lo que su carrera se comenzó a catapultar por el mundo. Su debut fue en la ópera de Niza con Pique Dame, de Tchaikovski y de ahí comenzó a ganar importantes contratos con las mejores casas de ópera del mundo, como Royal Opera House, Covent Garden, la Metropolitan Opera House de Nueva York, la Ópera de París, la Scala de Milán y el festival de Salzburgo.

Su repertorio era vastísimo. En la temporada de la MetOpera 2010-2011 apareció en dos óperas de Verdi, Don Carlo e Il Trovatore. De hecho, en sus últimos años se dedicó casi exclusivamente a participar en óperas de Verdi como Un ballo en maschera, La traviata, Simon Boccanegra. Su última aparición en una ópera completa fue en septiembre pasado como el Conte di Luna en Il trovatore junto a Anna Netrebko, bajo la batuta de Marco Armiliato y en la producción de David McVicar, con la que ya se había estrenado en el papel en 2009 en el mismo escenario con Sondra Radvanovsky.

Su apego a Rusia era legendario, fue el primer cantante de ópera en ofrecer un recital con orquesta y coro en la Plaza Roja de Moscú, televisado a más de 25 países. Además de compartir escenario en Rusia con su compatriota Anna Netrebko, invitó a cantar a su país a otras grandes figuras de la ópera, como Renée Flemng, Jonas Kaufmann, Marcello Giordani, Sumi Jo y Sondra Radvanovsky.

Con una extensa discografía y repertorio, el último álbum del gran barítono fue una grabación de Rigoletto de julio de 2016, que apenas salió a principios de noviembre bajo el sello Delos, con el que Dima, como se le conocía de cariño, grabó 16 discos compactos y dos DVD. Verdi era su obsesión. En mayo pasado, Hvorostovsky hizo una aparición sorpresa en la gala de la Metropolitan Opera House de Nueva York, después de haber suspendido toda su agenda de presentaciones en vivo por el cáncer cerebral, para cantar el aria de la célebre obra de Verdi, “Cortigiani, vil razza dannata”.

Vladimir Urin también destacó que Hvorostovksy era muy querido por los fanáticos de la ópera en todo el mundo y en México no era la excepción, su concierto de 2005 y su recital de 2012 registraron lleno total del Palacio de Bellas Artes.

Su primera aparición, con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la batuta de Arturo Diemecke fue apoteósica, el viernes 8 de octubre de 2005. La víspera el director mexicano ya había advertido a la prensa que el público iba a escuchar al “mejor barítono del mundo” el Elvis de la Ópera, como se le llamaba entonces al siberiano por su look y simpatía, y que “sería una noche inolvidable”. Y así fue.

Hvorostovky interpretó canciones de Maurice Ravel (Don Quijote a Dulcinea), Serguei Prokófiev (El amor por tres naranjas), de Anton Rubinstein (El demonio) y de Alexaner Borodin (El príncipe Igor), para después pasar a los encores, que incluyeron arias de Carmen, de George Bizet, y canciones populares rusas. Tuvo que salir a recibir aplausos hasta en una decena de ocasiones.

Previo a esa visita a México, había concluido su gira de dos meses por Rusia para conmemorar los 60 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. A la prensa mexicana declaró que se sentía “como un mensajero de la música al presentar la ópera y la música clásica a gente común y corriente”.

En su recital en México del miércoles 22 de noviembre de 2012, con el estonio Ivari Ilja al piano, interpretó a Sergei Rachmaninov, Franz Liszt, Gioachino Rossini, Richard Wagner, Alexander Borodin, Anton Rubinstein, Giuseppe Verdi, un abigarrado programa de gran dificultad para cualquier cantante que incluyó arias de Guillermo Tell, sin ser Hvorostovsky belcantista, de Tannhäuser, del Príncipe Igor, de El demonio, de Otelo y de Rigoletto, entre ellas “Corgigiani, vil razza dannata”, además de canciones sobre sonetos de Petrarca. Y si eso fue poco, ofreció cuatro encores a capella: dos canciones napolitanas y dos cantos rusos.

Al final del recital de más de dos horas y después de que el público mexicano en Bellas Artes lo seguía ovacionando, humildemente pidió a la concurrencia que le permitieran salir a cenar con su familia y conocer un poquito de la noche en México. No obstante, después salió del camerino a firmar autógrafos y a tomarse fotos con sus fanáticos, que habían hecho una larga cola en los pasillos de Bellas Artes.

Descanse en paz el gran barítono siberiano.

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