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Cultura

“En lugar de aplicar la pena de muerte al estrangulador de mujeres Goyo Cárdenas, lo reeducamos en Lecumberri”: cineasta José Buil

Foto: Dragón Films

El cineasta José Buil (1953) advierte que la nota roja está creciendo en el imaginario mexicano y que son los jóvenes, los millennials, quienes han estado involucrados últimamente en más casos de feminicidios. Su película Los crímenes de Mar del Norte, sobre el asesino serial Gregorio Cárdenas, quien estranguló en sólo 15 días a cuatro mujeres en 1942, tres de ellas prostitutas adolescentes, se estrenó la víspera del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer este 25 de noviembre.

En lugar de aplicarle la pena de muerte en el 43 o 45, mejor lo mantuvimos vivo y lo reeducamos en Lecumberri. Cualquier sabe que en Lecumberri nadie se reeducó, sino que todo mundo salió más malvado. ¿Cuándo has visto que un criminal salga remasterizado de prisión para que triunfe en sociedad? Eso intentaron aparentar con Goyo Cárdenas, luego lo metieron al envoltorio del culto a la personalidad con (Mario) Moya Palencia del PRI y eso da como resultado que Goyo es visto como simpatiquísimo. Hablamos de esto cuando justo ha muerto Charles Manson, que es un ejemplo de una persona a la que no pudieron sentar en la silla eléctrica, a pesar de que comandó a una tropilla de muchachas asesinas y envidiosas de la belleza de Sharon Tate, a la que destazaron”, compara Buil.

Añade que no hay mucha diferencia entre la violencia feminicida que usaron Charles Manson y Goyo Cárdenas con casos como el reciente del skater mexicano Mario Saenz, inculpado del asesinato de Victoria Pamela Salas Martínez el mes pasado en un hotel de paso en Coapa, a quien rebanó el cuello y metió bajo la regadera con agua hirviendo supuestamente para deformar el cadáver.

¿En qué mente cabe eso? ¿Cómo hemos llegado a eso? Ahora van a decir que es producto de la maldad humana. No, señores, también es producto del sistema, de la cultura que estamos dando a la gente, y lo que están mamando los millennials, porque son jóvenes de esta generación los ejecutores de los feminicidios”, expresa el cineasta.

Goyo Cárdenas, El Estrangulador de Tacuba, el barrio donde este químico becado por la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) tenía su laboratorio, del 15 de agosto al 2 de septiembre de aquel año asesinó a tres adolescentes de 16 a 14 años de edad que recogió de la calle y a su novia de 21. Sin embargo, nunca fue juzgado ni condenado por el cuádruple homicidio, aunque pasó 34 años en la penitenciaría de Lecumberri, fue indultado en septiembre de 1976 por el presidente Luis Echeverría y ese mes dio un discurso en tribuna de la Cámara de Diputados y legisladores priistas lo ovacionaron.

Buil, que vivía en los alrededores de la penitenciaría, explica en entrevista que Goyo Cárdenas era “una de las grandes estrellas” del Palacio Negro. “Quienes vivíamos por ahí hacíamos paseos mórbidos a Lecumberri; los reporteros entraban y salían y te daban fe de las actividades de Goyo”, quien se tituló ahí de abogado. No obstante, advierte que había peores asesinos a quienes la prensa no tomaba en cuenta, como uno apodado El sapo, que mató a por lo menos un centenar de personas.

Guionista, director y productor de cintas como Anoche soñé contigo, Perfume de violetas y La leyenda de una máscara, escribió hace más de 20 años el primer guion de lo que es ahora Los crímenes de Mar del Norte, en referencia al nombre de la calle donde Goyo Cárdenas tuvo su laboratorio, en cuyo jardín sepultó casi a ras de tierra los cuatro cadáveres de sus víctimas: María de los Ángeles González, Bertha, de 16 años; una joven nunca identificada, de 14; y Rosa Reyes Quiroz, también de 14; la cuarta, por quien se inició una investigación judicial tras su desaparición debido a que era la hija de un influyente penalista de aquella época, fue Graciela Arias Ávalos, preparatoriana de 21 años y supuesta novia de Goyo. La búsqueda de Chela dio pie al descubrimiento de los otros tres cadáveres.

Las tres eran prostitutas cuyas desapariciones no le habían importado a nadie, esos síntomas podemos decir que 75 años después siguen activos: si una niña desaparece, la policía sigue dando la misma respuesta a la familia: ‘Lo más probable es que se la haya llevado el novio’. Sí, a muchas niñas hoy se las lleva el novio al hotel y luego las mata. El filme, sin querer, hace una analogía con los feminicidios que asolan a la sociedad mexicana hoy en día, en especial con mujeres jóvenes”, dice el realizador.

Goyo Cárdenas hoy sería considerado un feminicida, crimen apenas en 2011 tipificado como delito en México en el Código Penal federal, con penas de hasta 60 años de prisión. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de 2007 a 2016 se hallaron en el país los cadáveres de 22 mil 482 mujeres adultas, adolescentes y niñas asesinadas de diversas formas. Para el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, sólo 25 por ciento de esos casos son investigados como feminicidios.

El 8 de septiembre de 1976, Goyo Cárdenas fue liberado por un indulto presidencial de Echeverría, y el político priista y entonces secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, lo llevó el 23 de ese mes a la Cámara de Diputados, donde el asesino serial y feminicida fue ovacionado por los legisladores.

Uno de los hallazgos de Buil en el filme fue contextualizar el caso de Goyo Cárdenas en la política gubernamental de 1942, en el sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho (1940-46), que preparaba al país con apagones como simulacros de improbables bombardeos nazis a la Ciudad de México.

El gobierno mexicano estaba preparando una ‘práctica de oscurecimiento’ en agosto del 42, eso resultó en una atmósfera sombría en la ciudad por una supuesta amenaza nazi. El apagón se llevó a cabo luego el 7 de septiembre, mismo día en que se descubrieron los monstruosos crímenes de Goyo. En la película intenté poner una escenografía histórica que hiciera ver a la gente que creía que México estaba a punto de ser bombardeado cuando en realidad estaba en manos de un estrangulador”, subraya Buil.

El cineasta recuerda que el primer nombre para su película era El nacimiento de la nota roja, un género periodístico que a su juicio dejó de estar relegado en las últimas páginas de las secciones de Ciudad de los diarios, para en la actualidad ocupar espacios importantes en las portadas.

México está viviendo un fallo ético muy grande, en el que el menosprecio de la vida humana convierte en estadística a todas las víctimas. Estamos haciendo llaga. La nota roja es una llaga que crece en el imaginario mexicano y dentro de esa llaga podemos echar a todas nuestras víctimas sin que nadie se preocupe”, responde Buil a por qué cree que hay desdén de las autoridades mexicanas para investigar casos de desapariciones de mujeres y feminicidios igual ahora que en la época de Goyo Cárdenas.

La película, contada en la ficción por el amigo y compañero de banca de Cárdenas, Jorge Roldán Roldán, El Calavera, fue fotografiada por Claudio Rocha con cámaras digitales en blanco y negro, en homenaje de Buil a sus cineastas favoritos de la Época de Oro del cine mexicano: Roberto Gavaldón, Emilio Indio Fernández, Julio Bracho. De hecho, para la ambientación de los personajes encomendó a los actores principales acudir a la Cineteca Nacional a ver en pantalla grande todas los filmes nacionales de los años 40 para que pudieran para asumir sus roles. El papel del asesino fue encarnado por Gabino Rodríguez por su gran parecido con Goyo Cárdenas; Sofía Espinosa es Graciela y Norman Delgadillo, Roldán; Vico Escorcia interpreta al único personaje inventado por Buil en la película, Paquita; además de los experimentados actores María Rojo, Alberto Estrella y Juan Carlos Colombo.

Un papel que destacó Buil en su película gracias a su investigación personal del caso fue el de la agente del Servicio Secreto mexicano Ana María Dorantes, interpretada por Úrsula Pruneda. Según el director, Ana María Dorantes fue destacada para la investigación de la desaparición de Graciela Arias por razones machistas y misóginas porque las autoridades mexicanas de entonces consideraban que si una joven desaparecía era porque había huido con el novio y por eso encargaban el caso a una mujer. Pero, irónicamente, afirma que Dorantes fue quien descubrió el primer cadáver en el jardín de Cárdenas, pero al final la agente del Servicio Secreto quedó deliberadamente “desaparecida” del expediente judicial.

Buil atribuye “la popularidad” de Goyo Cárdenas en su época, quien se casó, tuvo varios hijos y murió en libertad en Los Ángeles en 1999, a la fallida teoría criminalística del doctor Alfonso Quiroz Cuarón, que lo trató, para aparentar que el homicida se había rehabilitado después de 34 años en prisión.

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