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Cultura

Dalí y Gala, una historia de loco amor

Foto: Especial

Al pensar en el pintor catalán Salvador Dalí son varias las impresiones que llegan a nuestra mente: elefantes de piernas largas y anoréxicas, relojes derritiéndose, un extravagante y refinado bigote retorcido. Sin embargo, no mucho se sabe de su vida amorosa.

De entre sus llamativas historias se encuentra una singular que tuvo con su esposa y amante de mucho tiempo: Gala

Dalí conoció a Gala en España en 1929, él era un joven de 25 años y Gala una mujer casada de más de 30 años (es un  misterio su fecha exacta de nacimiento, sin embargo la fundación que lleva su nombre la sitúa en 1894).

La pareja contrajo matrimonio civil en 1932.

Gala era una mujer de excesos y propensa a las infidelilades, no son pocos los investigadores que apuntan que como consecuencia de la tuberculosis que sufrió de joven, entre otras razones, le sobrevino una inestabilidad emocional y mental.

La pareja se profesaba un ferviente amor mutuo, pero ello no evitaba que ambos se engañaran constantemente, incluso Dalí llegó a anunciar que disfrutaba de alentar en su esposa esta curiosa práctica.

«Dejo que Gala tome amantes cuando quiera. Yo la ayudó porque eso me excita”.

Juntos formaron una extravagante pareja durante 53 años, hasta la muerte de ella en 1982.

Parte de la anécdota es que Salvador Dalí compró un castillo y se lo regaló a su esposa.

El inmueble, conocido como el Castillo de Pubol, fue adquirido por el pintor en los años ’70 e implicó en 1982 su nombramiento como Barón de Pubol.

Es muy conocido que Dalí tenía una fijación con la leyenda de desamor entre Tristán e Isolda; según gente cercana al maestro, él siempre oía la ópera de Wagner antes de dormir.

Entre las curiosidades que permanecen en el castillo, se cuenta un acetato de la ópera de Wagner, así como un busto del compositor alemán. La composición generaba tal fascinación en Dalí que incluso le servía como una suerte de «afrodisiaco».

Dalí veía en la leyenda de Tristán e Isolda un reflejo de su relación con Gala.

“A través de ella (Gala) yo estuve en comunión con el llanto de la vida».

Fue tanta su devoción por aquella mujer y por la historia que incluso hizo un cuadro al respecto.

Prefigurando su fin, el pintor pidió ser enterrado junto a ella en su castillo.

Tristan e Isolda, Salvador Dalí. Foto: Especial

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