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Cultura

Bosque de niebla, una utopía filmada en Veracruz

Bosque de niebla (2017), ópera prima de Mónica Álvarez Franco
Foto: José Juan de Ávila

Cuando todo lo que llegaba de Veracruz eran malas noticias, se estrena en las pantallas del país este viernes el documental Bosque de niebla (2017), ópera prima de Mónica Álvarez Franco sobre una sutil utopía que tiene lugar en ese estado en el oriente del país, donde una comunidad lucha por trascender.

Las Cañadas se encuentra en el camino entre Córdoba y Xalapa, a pocos kilómetros de Huatusco. Ahí llegaron hace 12 años Ricardo, su esposa y su hija adolescente Tania, para tomar posesión de la herencia de un rancho ganadero de varias hectáreas. Pero terminaron sacando al ganado del rancho, al darse cuenta que estaba acabando con el bosque, y convirtieron la propiedad en una comunidad de 22 socios locales que ha reforestado con más de 50 mil árboles una de las pocas regiones de bosque de niebla que aún existen en el mundo y que para el arranque del milenio ya estaba a punto de extinguirse.

En total, la comunidad está integrada por poco más de 60 personas, entre padres, hijos y nietos de los 22 socios, que controlan sus propios destinos.

El documental, filmado durante cuatro años en esa región de Veracruz -por fortuna al margen de la violencia que sufre desde hace al menos una década ese estado por culpa del narcotráfico, la corrupción institucional y policial y la delincuencia organizada y común en general, como reconoce el equipo de producción-, explora la vida cotidiana, familiar, escolar y laboral de los pobladores de Las Cañadas, que son autosuficientes en términos de producción de alimentos, organización comunitaria y educativa.

Ricardo y su familia, procedentes de Córdoba, impulsaron la reforestación del bosque y el ecoturismo, luego produjeron lácteos y hortalizas para vender a Green Corner, pero se dieron cuenta que sus propios empleados no tenían dinero para comprar ni esos quesos, y es ahí donde deciden hacer hace 12 años la cooperativa con sus propios empleados, en su propio rancho”, refiere la documentalista.

Añade que antes de la cooperativa, el sueño de los campesinos de la región era que sus hijos se fueran a trabajar a un Elektra o un Coppel, y no a quedarse en el campo.

Álvarez Franco cuenta que después de una crisis que sufrió en 2012 tras asumir la presidencia Enrique Peña Nieto, decidió contar una historia positiva en este mundo “que se cae a pedazos”, además de mostrar otra forma de establecer relaciones humanas, de vivir, de hacer comunidad y de cuidarse.

Carlos Sosa, productor y padre de mi hija, me platicaba mucho sobre Las Cañadas, cómo trabajaban. Y fue así como en esta crisis, justo en el 2012, cuando toma posesión Peña Nieto, embarazada yo se me salían las lágrimas, no me imaginaba yo cómo iba a traer una niña al mundo. Entonces ese diciembre empezamos a hablar de Las Cañadas, de la necesidad de contar una historia diferente.

Las Cañadas no me parece naíve ni utópica. Quise contar su historia como una necesidad personal de aferrarme a formas mucho más amables de vida, en medio de toda esta crisis”, relata la realizadora. “Es una comunidad que está generando constantemente cambios, que tiene mucho análisis”; agrega.

Aunque se llama Bosque de niebla, el documental producido por la pareja de Álvarez Franco, Carlos Sosa, está centrado en la comunidad y los habitantes de Las Cañadas, que en su página de internet (www.bosquedeniebla.com.mx) se identifica como “Centro de Agroecología y Permacultura”.

En esa población se mezclan familias que abandonaron sus ciudades de origen y se integraron a sus pares del campo, poseedoras de esta sabiduría acumulada a través del contacto con la tierra y el bosque.

En Las Cañadas no solamente se establece un sistema original de tenencia de la tierra, sino que se refuerza a nivel comunitario la educación y se incluye entre los socios a médicos herbolarios para que mejoren la salud de la gente; tienen un fondo de vejez para los campesinos mayores que ya no podrán ser trabajadores, además de un proyecto para hacer un panteón en la comunidad, por esa necesidad de pertenencia, de enterrar ahí mismo a sus muertos y regresarle a la tierra nutrientes en forma de huesos.

No es una comunidad hippie, ni bohemia, sino una comunidad muy trabajadora”, acota la cineasta, que eligió una fotografía de alta definición para destacar no sólo a la naturaleza, sino a las personas.

El largometraje de hora y media se estrena el viernes 16 de febrero en Cineteca Nacional, pero su exhibición está garantizada en los circuitos culturales de la capital como Casa d Cine, Cinemanía e incluso en Cinépolis Diana, cadena que también llevará la obra de Álvarez Franco a otras ciudades del país. También podrá verse en extensiones de la Cineteca en Querétaro, Morelos, Tijuana y Guadalajara.

El productor Carlos Sosa señaló que Amazon ya compró los derechos para la exhibición en Estados Unidos y Canadá de la película, que ya se estrenó en festivales como el de Morelia, Ambulante y Ficunam. Además, ya está en el futuro su adquisión en Francia, Japón, Inglaterra y Brasil. El filme incluso recibió un inédito reconocimiento de la ONU por compensar emisiones de gases de carbono.

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